1. Preliminares con mi querida Cristina


    Fecha: 15/08/2025, Categorías: Confesiones Autor: vfive5, Fuente: CuentoRelatos

    ... hasta una zona de recreo ubicada en una reserva natural cercana y poco concurrida entre semana. Durante el trayecto ella dejó que mis manos ejerciesen de embajadoras de nuestros deseos y se transformasen en vanguardia exploradora improvisada. Aproveché para deslizar mi mano izquierda sobre sus piernas, nunca antes las había tocado con esa connotación lujuriosa, ella conducía el vehículo y sonreía cómplice. Subí lenta pero intencionadamente a lo largo de sus muslos para detenerme en su entrepierna. Nada la paraba. Mientras conducía sonreía aprobando la expedición y abrió complaciente sus piernas para facilitar mi maniobra, permitiéndome deslizar mis dedos sobre su sexo oculto bajo aquellos vaqueros ajustados. Mis dedos me transmitían la información necesaria para que mi imaginación calenturienta dibujase en mi mente el resto. Yo ya había visto en foto la rajita de Cristina, sabía que le gustaba llevarla despejada de vello púbico, y así la noté perfectamente, también lo abultado de sus labios genitales y el calor que emanaba de su coño.
    
    Llegamos a destino y nos dirigimos a una esquina de los merenderos, entre jarales, y allí pudimos dar rienda suelta a los deseos acumulados tras años de conversaciones, pensamientos pecaminosos y deseos cada vez menos ocultos.
    
    Nos besamos ardientemente. Su juventud plena y acelerada se multiplicaba por la indecencia de mis deseos adultos. Sin cambiar de asiento nos enroscamos, besamos y manoseamos a placer. Desabroché su blusa y pude ...
    ... divisar su precioso sujetador juvenil que apretaba esos pechos duros y aterciopelados que deseaba chupar. Sin parar un segundo aproximé mi lengua hasta el borde del sostén e, invadiendo esa intimidad, proseguí lamiendo lascivamente esas tetitas deliciosas de piel de melocotón. Mi querida amiga se ofrecía al juego de la perversión cachonda perdida. Nuestras lenguas se rozaban con vicio salvaje. Nuestros besos daban cuenta del descaro acumulado y del que éramos presos.
    
    Pasamos a ocupar el asiento trasero del vehículo y seguimos besándonos de forma intensa. Cristina ya sin camisa ni sujetador se dejaba hacer y permitía que mi boca se apoderase plenamente de sus deliciosas tetitas. Las devoré durante minutos saboreando aquellos perfectos pezones de pequeño tamaño. Los mamé, los lamí y los mordí, llegando a disfrutarlos de sobremanera, y mas aun cuando noté por su grosor y dureza el grado de excitación de mi acompañante.
    
    Volvimos al cuerpo a cuerpo de besos cargados de deseo, pasión y lascivia. Ella me desprendió de la camisa, yo desabroché y bajé su pantalón vaquero. La dejé solo con las braguitas puestas. Quedó casi desnuda sobre el asiento trasero del coche, bañada por un espléndido sol de mediodía que le daba un toque angelical.
    
    Me arrodillé para que mi boca pudiese aterrizar cómodamente sobre su vientre, coronar su ombligo y navegar hacia su zona más íntima. Bajé de forma incendiaria sobre la tela de sus bragas. El olor de su excitación volaba desde su interior y ...