IRYNA, LA RUSA
Fecha: 09/11/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: dulces.placeres, Fuente: SexoSinTabues
IRYNA, LA RUSA Siempre fui un tipo humilde, tuve que trabajar mucho para conseguir lo poco que tengo, la falta de estudios no es buena consejera y mis manos castigadas son testigos silenciosas de mis pesares. No trabajaba menos de doce horas diarias, no había domingos ni feriados en mi vida, solo viví para trabajar para conseguir comprar un viejo y húmedo departamento en un edificio comunitario de tres pisos. El trabajo siempre fue prioridad, podría escribir un libro, y esto me llevó a una aburrida y pobre vida sexual, sin grandes locuras, es difícil tener sexo con la panza vacía. Apenas unas noviecitas que cuento con una mano en mi adolescencia, llegando a los treinta me casé con Ruperta, una buena mujer, buena ama de casa, excelente cocinera, culpable de los cien kilos de peso que tengo. Es una noble mujer, un tanto tosca y para nada inteligente, es la triste verdad. Nos amamos a nuestra manera, con un sexo tradicional y esporádico, una vez al mes con suerte, solo vaginal y siempre con la luz apagada, es muy estricta en esas cosas. Ella me dio una hija que hace unos años voló para hacer su nido con su novio de la infancia, ahora vivimos solo nosotros dos, ya he pasado los cincuenta y nunca esperé cambios en mi vida, sigo trabajando casi todo el día, mi único lujo es volver al atardecer y sentarme un rato en la vereda para ver cómo se oculta el sol, luego subo los tres pisos por la escalera para terminar el día, esa escalera me parece cada día más alta, los años no vienen ...
... solos… Ese es el panorama, una vivienda pobre en un barrio pobre, gente trabajadora, buena gente… Solo el año pasado fue diferente para mi, lástima que como vino se fue, pasó tan rápido… Cuando terminaba Enero pusieron en venta el departamentito que está junto al nuestro, Roque, el dueño, estaba demasiado mayor y había envejecido terriblemente desde que había enviudado, sus piernas estaban flojas y ya no toleraba las caminatas de ascenso, siempre pensaba que ese sería mi futuro no tan distante. Bien, el se fue y el lugar estuvo cerrado hasta fines de abril, principio de mayo. Una tarde al llegar del trabajo Ruperta me dijo que había escuchado ruidos y suponía que teníamos nuevos vecinos, sin embargo yo no había observado nada. Al día siguiente, un matrimonio de nuestra edad tocaba la puerta presentándose gentilmente como los nuevos vecinos, en realidad habían hecho un esfuerzo para comprarle el lugar a su hija, para que pudiera estudiar en la universidad, ya que provenían de afuera de la ciudad y no podía viajar todos los días. En los siguientes dos meses las cosas cambiarían rápidamente para mí, la joven vivía sola, se llamaba Iryna, supe que sus abuelos eran inmigrante rusos y no solo la doblaba en edad, también en peso. Era flaca, de delgadas piernas, acostumbraba a usar remeras ajustadas que marcaban sus huesudas costillas y sus chatos pechos, tenía unos ojos grandes color café, de mirada triste, cabello rubio que siempre cortaba con un flequillo recto arriba de las cejas. ...