1. Campamento - Parte 5


    Fecha: 19/11/2018, Categorías: Dominación / BDSM Autor: johna.2012, Fuente: CuentoRelatos

    ... él.
    
    Raúl me observó un momento desde donde estaba y luego tomó asiento en el mueble de enfrente.
    
    ―Vaya ―exclamó con un brillo especial en sus ojos―. No eres para nada como te imaginé.
    
    Sus palabras me hicieron esbozar una sonrisa, ya que yo pensaba exactamente lo mismo sobre él.
    
    ―¿En verdad? ―pregunté, tratando de mostrarme confiado― ¿Pensabas que era más simpático?
    
    Raúl soltó una pequeña carcajada y luego sonrió de oreja a oreja.
    
    ―Al contrario, no pensé que serías tan guapo.
    
    ―Sí, claro… seguro pensaste que sería mucho mejor.
    
    ―La verdad es que temía que fueras un chiquillo delicado y…
    
    ―¿Amanerado? ―le interrumpí, diciendo de frente lo que él intentaba evitar decir.
    
    Raúl soltó otra risa divertida.
    
    ―Pero no eres eso para nada ―dijo y sus ojos me miraron con picardía―. Luces, hablas y actúas muy varonil… Si no supiera que eres gay, nunca lo hubiera imaginado.
    
    ―Sí ―contesté soltando una risa nerviosa―, ya me habían dicho antes que soy inmune a los “radares”.
    
    Raúl volvió a reír.
    
    ―Tu tampoco eres lo que esperaba ―dije y me arrepentí apenas las palabras salieron de mi boca.
    
    ―¿En verdad? ―dijo, levantando una ceja.
    
    Mi rostro se puso colorado cuando vi la expresión de sorpresa en su rostro.
    
    ―Esperaba encontrar a un señor gordo y descuidado ―continué, sin saber realmente porque le contaba todo eso―, pero resultaste ser todo lo contrario.
    
    Raúl sonrió complacido por mi comentario y luego plantó su mirada sobre la mía, intimidándome ...
    ... inmediatamente.
    
    Ambos nos quedamos un momento en silencio, como si el tiempo se hubiera detenido.
    
    ―¿Quieres algo te tomar? ―preguntó de pronto, rompiendo el contacto visual que se había creado entre nosotros―. ¿Una gaseosa?
    
    ―Sí, por favor ―contesté y luego lo seguí con la mirada cuando se levantó del mueble y caminó hacia la cocina que quedaba junto a la sala donde nos encontrábamos.
    
    No podía creer que me encontraba sentado allí, en casa de aquel hombre, de aquel hermoso hombre, que apenas conocía.
    
    ―Y dime Andy ―dijo Raúl, extendiéndome una lata de gaseosa―, ¿Ya te sientes mejor?
    
    Su pregunta me hizo recordar súbitamente a Cristian y mi semblante decayó de inmediato.
    
    ―La verdad no ―contesté con un hilo de voz, luchando por mantener a raya los sentimientos que volvía a revolotear en mi estómago.
    
    Raúl se dio cuenta de inmediato de mi cambio de ánimo y sin perder tiempo se sentó a mí lado, a sólo unos centímetros de mí.
    
    ―Lo siento… No quise hacerte recordar malos momento ―dijo, hablando con voz suave y tierna.
    
    ―No es tu culpa ―contesté y entonces sentí su mano acariciando mi rostro.
    
    De inmediato el calor y el aroma dulce de su piel llenaron mis sentidos y mi corazón empezó a latir con fuerza.
    
    ―No debes ponerte triste ―dijo mientras sus dedos acariciaban mis mejillas con ternura ―. Eres un chico muy lindo y muy especial. Nada ni nadie merece tus lágrimas.
    
    No sé si era su voz tierna, el calor de su mano o su aroma exquisito lo que me tenía ...
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