Sorpresas te da la vida
Fecha: 23/11/2018,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... tal Marina podía ser un “piazo” de hembra humana de mucho cuidado. Porque Marina sería “delanterilla”, frisando ya en los 33, aunque sin cumplirlos aún, sino a un par de meses, en tanto yo le sacaba ya, a la famosa ”Edad de Cristo”, unos seis meses; vamos, que era mayor que ella, “en saber, edad y gobierno” unos ocho meses nada más y en un sí es, no es, si no eran ya bien cumplidito o si quedarían un tanto tasados; sí, sólo de espaldas pude ya verla, pero fue suficiente para que mis ojos se encandilaran con esos trazos de mujer que pude apreciar: Esas caderas, lo suficientemente amplias para recrearse uno admirándolas pero sin “salirse de madre”, ese culito, un tanto grande, aunque sin pasarse, y muy, muy redondito, a todas luces, firme, terso, alto, hasta resultar pelín respingón… Y esas piernas, con esos dos, tres, dedos de muslo entrevistos a partir de la rodilla, en un casi, casi, “me ves, ya no me ves”, que no pareciera sino que un Fidias, Mirón o Praxíteles, modelara todo eso… Vamos, que, a todas luces, la tal Marina estaba de un “buenorro” “pa” caerse uno de culo.
Casi ni diez minutos después de que la joven Marina se apartara de nosotros, el cliente y yo abandonamos el local; él, hacia su casa, a cenar y descansar, yo al hotel, a cenar también pero tras la cena, a pasar los pedidos al libro de pedidos, escribir a la casa, si era necesario, con nuevas, quejas de clientes, mayormente, y tal. Y luego, a la calle otra vez, a la estación de Renfe, a echar allí la carta ...
... con los pedidos y demás, asegurándome así de que el correo saldría para Barcelona esa misma noche. Finalmente, en compañía de algún que otro compañero de fatigas y ventas, a tomar café y una copa y, por último, regresar al hotel, ya a dormir hasta el día siguiente.
La plaza, la verdad, es que para más de un día no daba, de modo que a la mañana siguiente, tempranito, salía de allí rumbo a la siguiente plaza en la ruta, Villacarrillo, Así, pasaron prácticamente siete meses hasta volver a encontrarme con la muchacha, entre mediados y fines de Julio del 74, ya con 34 “castañas” ya a mis espaldas, aunque bien recientitas, pues apenas hacía un mes de su estreno. Era la segunda vez que por allí pasaba en ese año tras hacerlo a fines de Marzo, en ese viaje que suelo hacer entre los dos importantes, los de las temporadas de Invierno, Mayo-Agosto, y Verano, Octubre-Enero; fueron dos veces en el mismo día que allí pasé, al medio día, primero, y luego, a eso de las nueve y las diez de la noche, en ambos casos, al terminar yo de trabajar con el último cliente, de la mañana, primero, de la tarde, después.
El encuentro del medio día, mejor ignorarlo, pues ni a “visto y no visto” llegó, simplemente, nos cruzamos, saliendo ella con unos amigos y entando yo más solo que la una, con lo que no dio para más de un “Hola”, “Hola”, al cruzarnos. Luego, a la tarde/noche, la cosa fue un tato diferente, por no decir que muy, muy, diferente. Como al medio día, entre al local sin más compañía que ...