Sorpresas te da la vida
Fecha: 23/11/2018,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... la de mí mismo, que tampoco es mala marca, a veces, y allí, aposentada a un lado de la barra estaba ella, con unas amigas, de cháchara. Nos saludamos casi diríase que de compromiso, con un simple ademán de cabeza al cruzarse nuestras miradas cuando yo entré; me adentré en el local hasta encontrar acomodo junto a la barra, apoyándome en la misma, a prudencial distancia de la chica y sus amigas, despreocupándome por completo del grupito
Llevaría allí doce-catorce minutos, saboreando un “chato” del buen vino del terruño (“Chato de vino”; en España, un vaso de vino de unos 100gr.), cuando la oigo allí mismo, a mi lado
¡Hola Antonio; buenas noches!... Por aquí otra vez, ¿verdad?
Pues sí… Ya sabes; con mis trapitos… mis muestrarios
Pero se ha hecho mucho de esperar… Desde Diciembre pasado, si mal no recuerdo…
Y se acomodó allí, conmigo, a mi lado; charlamos y charlamos y charlamos… Marina era simpática; con esa simpatía natural tan propia de las nacidas de “Despeñaperros” “p’abajo”. (“Despeñaperros”: Paso de montaña, desfiladero, muy, muy escarpado, que separa la meseta sur, castellana, de Andalucía. “De Despeñaperros p’abajo”: Dicho coloquial para referirnos, en España, a andaluces/andaluzas). Por cierto, que entonces sí que me fijé, y bien, en ella, confirmando toda la buena impresión que, meses atrás, me causara. Sólo que, ahora, con mejor conocimiento de causa, mejores fundamentos. Sí, desde luego, Marina era sumamente atractiva. No era, en verdad, un ...
... “bellezón”, una de esas tías que, casi, casi, paran el tráfico a su paso, pero era guapa, hasta bella podía parecer, aunque la suya fuera una belleza un tanto especial. Porque Marina era un sensacional hibrido entre mujer de una vez, casi de “rompe y rasga”, podría decirse, por sus formas femenilmente rotundas, apabullantes, y ese porte de Ángel Inmaculado, de Celestial Ser Etéreo, que su carita de Ángel de la Guarda, que no “se pué aguantá” le confería también. Y era eso, esa extraña mezcolanza de lo más sensual, lo más sexi, en la mujer con también lo más sensible, delicado, tierno, afectivo, sentimental del ser femenino… La tradicional dulzura, ternura, de la mujer, aleada, en Marina, con la mujer sensual, sensitiva, sexi… físicamente atrayente.
Porque bien vista, con todo detalle, Marina resultaba ser antes alta que baja, con si metro sesenta y seis, sesenta y siete de estatura, que para aquellas añadas, primera mitad de los 70 de pasado siglo XX, tampoco era “mala marca”, pues las generaciones de españolitos “rompetechos” aún se harían esperar algún que otro lustro; por lo que a mí me atañía, vamos que con mi metro sesenta y dos/sesenta y tres, de coronilla al suelo, vamos, que hasta capones con la barbilla podía darme, puesta en plan borde y faltón, cosas a las que pronto averigüé que en absoluto era amiga, sino, más bien, declarada enemiga. Vista de frente, amé de apreciarse perfectamente, a bote más que pronto, ese tan peculiar atractivo de su rostro, esa belleza tan ...