No hay limitaciones - Relatos Eróticos

No hay limitaciones

... le expliqué lo que tenía que hacer, cómo tenía que sentarse. Y por lo que vi y sentí, le encantó. Sus movimientos fueron de lento a rápido, sólo veía como movía sus manos, los gestos de su rostro, como volteaba a verme hacia abajo y seguía campaneando su clítoris contra mi lengua, hasta que se detuvo y sentía como estaba temblando. Sólo la ayudé a que se acostara lentamente a mi lado y nos quedamos dormidas. 
Por la mañana como ya teníamos compañía en la habitación, ya sólo le metí mis dedos y por ratos frotaba su clítoris, pero ya no hicimos mucho porque nos dio pena. 
No logro sacarla de mi cabeza. Creo que me enamoré por esa cogida.