Luis, Jacobo y un verano 20 Buscando nuevos placeres
Fecha: 24/11/2018,
Categorías:
Gays
Autor: Alvaro-L-de-H, Fuente: SexoSinTabues
... -¿Acabaremos nosotros así Jacobo? -yo lo decía preocupado y a él le entro la risa otra vez. -No es tan malo, si él es feliz nosotros también lo podríamos ser. –esa aventura acabo de momento, en casa cada uno guardamos nuestro regalo, yo deseaba probarlo, que llegara la noche para vestirme con ese mágico tanga que, según la dependiente, me convertiría en una niña y le encantaría a mi hombre. Desperté con la ilusión de que Julio llegaba a la tarde. Me preparé muy contento y abrí el cajón del sinfonier donde guardaba el tanguita comprado con tanto esfuerzo y decisión, y las braguitas que había robado del armario de mamá. Le di un beso y lo pasé por mi mejilla esperando que a Julio le gustara. Fui un rato donde mis primos, solo estaba Jacobo y le pedí que viniera a recoger a Julio, había quedado con Felipe y otros chicos de su clase para ir al cine y no podía venir, me hubiera gustado que estuviera y poder reír un rato contándole lo de León y el profesor. Dejamos el coche en un parking cerca de la estación y nos dispusimos a esperar, yo nervioso y creo que mamá más. Miraba constantemente el gran reloj sobre la cristalera de colores con motivos de labores de pesca, agricultura, e industria que la componían. Cada vez que el minutero saltaba sentía un sobresalto en mi pecho. Tenía que dejar ese sentimiento que me inspiraba Julio y que terminaría con nuestra relación de amigos. Un día me dijo que lo nuestro no podía ser, que mis abuelos y padres no lo entenderían, no era cierto, el ...
... problema no era ese. Todos mis pensamientos y augurios negativos desaparecieron cuando anunciaron la llegada de su tren. Nos acercamos a la escalera de acceso a los andenes, era doble y no sabíamos cual cogería, nos quedamos esperando en el centro, entre las dos, como casi todo el mundo. No habían pasado dos semanas desde que marchó y me parecía que habían transcurrido años. Traía su mochila y una maleta de ruedas que mamá le compró, sonreía y visto desde debajo de las escaleras parecía un dios. Dejo la maleta para cogernos a mamá y a mí por cintura y estrecharnos contra él ocupando los dos brazos. Me mareaba su olor, ¡qué loco estaba Dios mío!, ¡loco!, ¡loco de amor imposible! Tenía que quererle como a un amigo, un hermano y mi corazón pedía más. Cogí su maleta para llevarla y él seguía con su brazo en la cintura de mamá. Una pareja perfecta, la madre joven y guapa con su hijo arrogante y hermoso, sentía orgullo de verles así y seguí detrás de ellos. Julio traía algunos encargos que tenía que comunicar al abuelo, Carmen se encargó del equipaje, mamá de meter el coche en el garaje y nosotros subimos las escalinatas de la casa de los abuelos. Igual que en la hacienda aquí estaban en la biblioteca, los besé y el abuelo mando sentar a Julio, hablaron durante un rato, contestando también las preguntas de la abuela y me estaba comenzando a aburrir. Mamá encargó a Carmen que preparara una cena informal para celebrar la vuelta de Julio. Bruno y Julio tenían mucho que hablar y después ...