1. Sandra y Marta (1). Primera experiencia


    Fecha: 28/11/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: roura92, Fuente: CuentoRelatos

    ... chasquear. Se acabó de desnudar. Avanzó hacia la cama y con la mano libre acarició suavemente las nalgas de Marta, como indicando el objetivo de su arma. El contacto le erizó toda la piel, su estado mental era insólito, nunca se había encontrado en una sensación de excitación, mezclada con miedo e incertidumbre. Apretó la cabeza contra la almohada, separó los brazos y se relajó.
    
    Sandra blandió el cinturón, y pronto envió el primer azote.
    
    Sonó un chillido de la víctima del golpe, tanto por la sorpresa como por el dolor. Inmediatamente tuvo miedo de que la oyeran desde el piso de abajo, y mordió el almohadón. El dolor fue ardiente, mucho más que cuando ella se había azotado. Pero también había notado en su bajo vientre algo que no era dolor: estaba excitadísima.
    
    Más azotes. Iban llegando pausadamente, Sandra, que internamente los contaba, intentaba al principio no tocar la zona enrojecida por los impactos anteriores. Luego, cuando ya estuviera tocado todo el culo, empezaría con azotes encima de los anteriores, más fuertes y dolorosos. Y esta idea la excitó en extremo. Marta lo soportaba bastante bien, mejor que la mayoría de las chicas que habían recibido las atenciones de Sandra en su primera sesión; sin botar demasiado, sin chillar, aunque sí gruñir y, sobre todo, sin poner las manos o intentar huir. No, para este tipo de castigos no la tendría que atar. Pero se le ocurrió alguno que estaba segura que solo lo soportaría si estaba inmovilizada, más adelante, cuando ...
    ... la conociera mejor ya se lo propondría.
    
    Sandra sabía que tenía bastante margen de potencia, podía azotar bastante más fuerte y se había reservado la zona de la frontera entre nalgas y muslos, que es la más dolorosa para hacerlo al final de la sesión. Le excitaba buscar el límite de lo que Marta podía soportar, estaba deseando, en su excitación, que se pusiera a llorar, y todavía le excitaba más, pensar que entonces le pegaría los azotes finales, los más dolorosos posibles, para pasar súbitamente a consolarla. Mientras azotaba pensaba que como que aguantaba mejor de lo esperado, la siguiente vez, la azotaría con la vara; si se comportaba como hoy, lo soportaría.
    
    En un determinado momento, Marta levanto la cabeza, parecía como si fuera un movimiento de huída. Pero no, se había levantado para volver la cabeza hacia Sandra y sonriere.
    
    Sandra le miró directamente a los ojos, y volvió a azotar, le encantaba la mueca que el dolor causaba en el rostro de Marta. Después de tres o cuatro azotes así, vio como alguna lágrima brotaba de los ojos de la azotada, que rápidamente volvió a hundir su cara entre las almohadas.
    
    Hacia el azote número cincuenta y cinco, Marta no pudo contener el llanto, pero se mantuvo en posición, el dolor que sentía en la piel, estaba conviviendo con un placer interior, como adictivo, un placer al que no quería renunciar fueran las que fueran las consecuencias. Sandra decidió que le daría veinte cinturonazos más, los más duros ciertamente. Y lo hizo a ...
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