1. Mi ex, su marido y yo


    Fecha: 30/11/2018, Categorías: Gays Autor: Cojo, Fuente: SexoSinTabues

    “Acéptame un café, Lalo” decía uno de los últimos mensajes de Abel esa mañana y acepté. Fuimos a unos de esas cafés terraza del centro histórico y para las 4 de la tarde, gracias al calor, ya estábamos mareados por las cervezas que habíamos bebido y se podía sentir entre nosotros una tensión sexual en el aire. Parecía que no habíamos dejado de gustarnos. En las dos horas que habíamos charlado, no se nos ocurrió preguntar por nuestros respectivos esposos pues nos habíamos concentrado en reír por trivialidades y en ponernos al tanto sobre nuestros logros y trayectos laborales, así como hablando de los familiares que nos conocíamos, hasta que sonó su teléfono y contestó. “Era Toño”, me dijo y yo entendí que se trataba de su marido. Ciertamente escuché que Abel le dijo que estábamos en determinado lugar, pero no vi venir que ni 3 minutos habían pasado cuando vi a Toño cruzar el umbral de la puerta y acercarse a Abel, con un beso en la mejilla, y saludarme con un abrazo. Cabe decir que no nos conocíamos. La tensión sexual se cortó de inmediato y las ganas que tenía de meterle la verga a Abel, desaparecieron como por arte de magia. Toño se sentó entre nosotros, nos presentaron formalmente y se miraban inquietos, así que dije “pues vámonos, ya no les quito más su tiempo, a menos que prefieran que comamos en casa y nos echemos un mezcal”. Ambos asintieron, pedimos la cuenta y fuimos a casa. Llegando, preparamos tragos y una comida más bien botanera, para seguir charlando hasta que ...
    ... todos perdimos la cuenta sobre los mezcales y whiskies que llevábamos tomados. Ahí les hablé de mi esposo y todo lo demás. Ya borrachines los 3, de repente salían a flote bromas de tipo sexual pero, honestamente y al menos de mi parte, sin morbo ni intenciones algunas. Yo estaba en el mismo sofá que Abel y Toño en el sillón de en frente. Éste, en algún momento se levantó al baño y fue a mear. En ese mismo momento, no logro recordar con qué tanta espontaneidad se acercaron nuestros rostros, pero terminamos besándonos intensamente. Nuestras lenguas hediondas a alcohol se daban vuelo en nuestras bocas y con las manos acariciábamos nuestros rostros. “No sabes cuánto he extrañado el calor único de tu culo”, le dije mientras él tomó una de sus manos y me la puso en su entrepierna para palpar su verga dura y palpitante. “Mira cómo me pones”, replicó y, como por arte de magia, bajé su cremallera, desabotoné tu pantalón y bajé ligeramente sus calzones para acariciar sin pudor la cabeza de su verga que comenzaba a babear de excitación. Tengo 32 años, Abel 33 y Toño 35. Mido 175 de altura, soy delgado, blanco, velludo, castaño, varonil y, según la gente, muy guapo, así como una modesta verga de 16 cm. A Abel le mide 17, es más chaparrito que yo, igualmente blanco, castaño y guapo, pero ligeramente más bajo de estatura y lampiño. Toño tiene ese color que parece rubio pero no lo es porque parece bronceado a ala vez, nada gordo, pero de complexión gruesa, no tan guapo, pero pocos minutos ...
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