1. Mi ex, su marido y yo


    Fecha: 30/11/2018, Categorías: Gays Autor: Cojo, Fuente: SexoSinTabues

    ... después descubriría que parte de su hermosura se depositaba en las dimensiones de su vergota prieta, cabezona y gruesa de 20 cm de largo. Mientras Abel y yo nos besábamos y yo le chaqueteaba la verga, nos dimos cuenta que Toño, desde la puerta del baño nos contemplaba, con su pito morcillón en la mano, chaqueteándose también. Me puse un poco nervioso, pero Toño ya traía el pito de fuera y estábamos ebrios. No me importó. Abel le hizo una seña y se acercó hasta nosotros. Puso su verga en la boca de Abel y yo aproveché para desnudar a mi ex y chuparle el pito. Cuánta nostalgia y placer. Varias veces había fantaseado con darle una rica y merecida despedida a este hombre con el que había compartido tanto. Aunque de novios nunca hubo más participantes en nuestros palos. Esto era nuevo. Qué delicia fue ver cómo la vergota de Toño, de esas que se caen por su propio peso, terminar de endurecerse en la boca de Abel, que también comenzó a desnudar a Toño. Qué delicia de hombres. Ellos ya estaban encuerados y me incluyeron en la dinámica. Abel sacó su verga de mi boca y se sacó la de su viejo de la suya. Se incorporó del sofá y al querer ponerme de pie, me tumbó en los asientos y quedé bocarriba para que comenzara a desnudarme. Mi rostro quedó cerca de la verga de Toño y ya sabrán que no podía resistirme, comencé a mamársela con mucho gusto. La tiene riquísima el hijo de puta. Qué fortuna para mi ex, aunque yo estoy excelentemente atendido por la herramienta de mi marido. Para lo único ...
    ... que me saqué la carne de Toño de mi trompa fue para suspirar cuando sentí la boca de Abel comiéndome la reata. Volví al comer a Toño, aunque ahora yo ya pasaba mi lengua por sus huevotes prietos y colgantes, así como por su culito que latía a cada roce. “Mira, mi amor, a ti que te gustan las vergas babosas” dijo Abel dirigiéndose a su marido, mientras exprimía precum de la cabeza de mi polla, que siempre está babeante. Así fue que Toño, sin sacar su verga de mi boca, se abalanzó sobre la mía para quedar el 69, desplazando a Abel hasta mis huevos. Por fortuna, Abel me acomodó por la caderas, tomó mi culo mientras vivía en 69 boca-verga muto con su esposo, él comenzaba a comerme el culo. ¡No mamen! Era la gloria. No quería despegarme. Tenía la sensación de que me venía y me contenía. Nos reacomodamos y yo quedé a gatas, en medio de ambos. Abel a gatas también, frente a mí, con el culo en mi hocico, y Toño a mis espaldas. Esta vez, yo comía el culo rosita de Abel y Toño comía el mío, alternando con lamidas que daba a mi verga y a mis huevos. “No lo resisto, quiero metértela”, le dije a Abel y Toño respondió “métesela”. Puse a Abel bocarriba para mi posición favorita y de misionero lo piqué. Aquel calor único de su culo no perdió tibieza con loa años. Era igual de acogedor a como yo lo recordaba. De pie, Toño se puso entre nosotros, a veces frente a mí y a veces frente a Abel para que éste y yo le comiéramos el culo y la verga, dependiendo de la posición, hasta que se incorporó, ...