Pulgarcito: Capítulo 3: Lobo con piel de oveja
Fecha: 07/08/2017,
Categorías:
Gays
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
Desperté enmedio del bullicio y los cuchicheos de toda la gente que estaba en la misa. -Pobrecito, está desnudo. - decian algunos -Pobrecito, ahora la agarran con niños- decían otros. Mi cabeza daba vueltas y no podía comprender que me había pasado. El Padre Fernando, entrò corriendo a la carpa en donde yo me encontraba. Una corriente fría me recorriò el cuerpo. - El diablo, el diablo me va a llevar al infierno!!- lograba yo decir entre sollozos y mi voz agitada. Esas palabras hacían eco en mi mente, pues mi abuela siempre fue cercana a la iglesia catòlica, y un sacerdote era una persona a quién debíamos guardarle el mayor respeto y obedecerle, o lo contrario, allí estaba el purgatorio por no obedecerle. Una señora se acercò a mí y tocò mi frente, y después supe que ella pudo deducir que yo tenía fiebre y alucinaba. -No sé que le ha pasado a este niño, pero está muy mal, y es comprensible, es un chiquillo y la ausencia de su familia, le está afectando. - dijo el "sacerdote" Poco a poco, los que allí estaban se fueron hacia sus carpas, y quedamos solo el sacerdote y yo. Él acariciaba mi cabello, y sus caricias hicieron que me acurrucara en sus brazos. -No pasa nada Pulgarcito, no pasa nada papito- me decía Juntò sus labios a los míos, y su lengua empezò a hacer juegos con la mía. Una sensaciòn de calor recorría mi cuerpo, y me hacía aferrarme a él. Se levantò y cerrò la carpa, y quitò su sotana, y la dejò sobre el suelo. Con rapidez se despojò de la demás ropa, y solo quedò ...
... en calzoncillos, y se metiò entre mis cobijas. Ahora el calor que yo sentía, al sentir su cuerpo, era como una brasa que me quemaba todo el cuerpo. Su caricias y sus besos, me estremecían, y a mi corta edad, mi pequeña verga estaba roja y paradita, y podia sentir sus manos tocarla, y eso hacía que yo saltara de excitaciòn. Con mis manos, poco a poco fuí bajando sus calzones, y me atreví a tocar su verga. Podía sentir sus vellos en los testículos, y podía sentir entre mis dedos una humedad babosa, que él hizo tocara y chupara mis dedos. El sabor era salado, sin ser ofensivo o repugnante. Cada vez que yo tocaba su glande, el sacerdote lanzaba un gemido, y fundía más su abrazo hacia mi. Quedò desnudo junto a mi cuerpo, y su voz ronca, me decía que no me iba a dejar desprotegido, que él cuidaría de mí. Eso me daba mas seguridad, y me dejaba ser deshinbido. A pausa, yo podía sentir como fue bajando con su lengua, por todo mi diminuto cuerpo, y fue entreteniéndose en la entrada de mi ano. Su lengua y su escasa barba, hacían una combinaciòn excitante en mi esfinter, y yo me revolcaba del placer. Sin preámbulo alguno, me diò vuelta sobre la cama, y quedé boca abajo. Se recostò encima de mí, dejando sus manos como si estuviera haciendo abdominales. Y acercaba su cuerpo al mio, y rozaba su verga en el medio de mis nalgas. Yo no sabía que aquello era algo "pecaminoso", pero la sensaciòn de sentir su verga allí, me hacía levantar mas mis nalgas, y no porque yo hubiera tenido sexo con ...