1. Pulgarcito: Capítulo 3: Lobo con piel de oveja


    Fecha: 07/08/2017, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... alguien antes, era algo que por instinto me provocaba, y al parecer, excitaba más al sacerdote. Cuando él se acercaba a mi cuerpo, me besaba en las orejas y la nuca, y eso, oh Dios!, eso me aceleraba, y prendía más al sacerdote, quien ahora acercaba más seguido su verga entre mis nalgas, y jadeò de una forma que parecía un perro devorando a un trozo de carne: - Grrrrr, grrrr, que delicia, que delicia, Pulgarcito. Me estoy viniendo como nunca, y eres el culpable de todo esto que estoy sintiendo!!- decia entre jadeos. Y así, con ese jadeo, pude sentir enmedio de mis nalgas, una sensaciòn caliente: el sacerdote había acabado entre mis nalgas! Se quedò inmòvil por un momento, y se diò vuelta sobre la cama, quedando él boca arriba, y mi cuerpo encima suyo. -Has ahora lo mismo tù sobre mi cuerpo. Recuéstate sobre mi, y deja mi verga enmedio de tus piernas, y empieza a subir y bajar, sin abrir tus piernas. - Yo, obediente, tal cual, me subí sobre él, y coloqué enmedio de mis piernas su verga. Asi cerradas mis piernas, empecé a moverme hacia arriba y abajo. -Sigue así papito, sigue así!! Sigue mi Pulgarcito! No te detengas! Sácame la leche! Sácala- me decía. Yo sudaba del cansancio de subir y bajar, pero más creo de que sudaba de lo excitado que me ponía todo lo que el sacedote decía. Duré en ese sube y baja, unos 10 minutos, y el sacedote comenzò a gritar nuevamente: -Me corro, me corro!! Baja a chuparme la verga Pulgarcito!! Baja papito! ...
    ... Baja!!- Me quité de encima de él, y me baje a mamarle la verga, como si nunca hubiera probado una mamila. Un pujido del sacerdote, me hizo que acelerara más mi lengua y mi boca, y así como estaba, empecé a sentir como su verga se hinchaba, y él agarrò mi cabeza y la sacudiò arriba y abajo, y un disparo de leche llenò mi boca. El sacerdote, habia acabado dentro de mi garganta!! Hizo que me levantara, y asi babeando y manchado de su leche, me hizo besarlo, y su lengua buscaba dentro de mi boca los restos de su leche, los cuales al parecer disfrutaba de manera suculenta. Yo estaba cansado, desde mi llegada hacia unas horas a aquella "finca", yo no había dormido nada, y el sexo se estaba convirtiendo en mi comer de noche y día. El sacerdote abrazò mi cuerpo, y poco a poco, entrè en un sueño profundo, y podía sentir las manos del Padre Fernando, y su ronca voz me decía al oído: -Voy a hacer que olvides todo, y a todos. yo te voy a proteger siempre- decía. Y esas palabras hicieron eco en mí, por mucho tiempo. Nunca entendí, por qué yo no llevaba una vida "normal" en aquella finca. Mis dias transcurrian entre sollozos, recordando a mi familia y amiguitos. Pero eso era borrado, por juegos de dominò, juegos a la pelota con el Padre Fernando. unicamente. Él consentía conmigo todo lo que él pudiera darme, pero todo tenía un precio: un contrato de compra y venta, un contrato, que solo se cerraría el día en que yo iba a "ser estrenado". Continuará. 
«12»