1. El juramento final


    Fecha: 07/08/2017, Categorías: Lesbianas Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    Tras obtener mi billete, lo que no deja de ser una epopeya en esta tiempo de tanto turista, me subo al tren. Como ya es habitual busco el último asiento del coche de cola. Mientras voy buscando mi sitio que ya había divisado por la ventana y estaba desocupado, voy caminando por el pasillo y tengo que pasar por delante de algunos pasajeros pidiendo perdón para que quiten su maleta o se enderecen para que no cubran el pasillo. Lo peor fue una muchacha con el pelo largo muy revuelto, camiseta negra muy pegada al cuerpo, tanto que estaba a punto de reventar por sus pechos que ligeramente clareaban a través de la camiseta, aun siendo negra. La moza tenía su pierna extendida perpendicularmente al pasillo para situar su pie descalzo sobre la maleta. El jean que usaba no era desgastado sino destruido, no sabría ni describirlo, podría decir que faltaba mas tela en los agujeros que la tela que lucía.
    
    Frente a semejante esperpento tuve que pedir cuatro veces por favor que me permitiera pasar. Su respuesta me sorprendió. Con una voz ronca, excesivamente varonil contestó a mi requerimiento:
    
    β€” Vete allá que también hay asientos.
    
    β€” Por favor, guapa, déjame pasar que yo no quiero sentarme allá, sino aquí.
    
    A todo eso notaba un cierto tufo a sudor, suciedad y sexo, pero no di mayor importancia porque los trenes a veces huelen raro aunque los limpien y es que los humanos somos sudorosos, sucios (unos mas que otros) y sexuados. Por fin, dobló su pierna y pasé al asiento de mi ...
    ... elección.
    
    No tardó mucho el tren en ponerse en movimiento y el aire acondicionado alivió el mal olor.
    
    Al poco rato la muchacha se vino donde yo estaba, se sentó frente a mí pues los dos asientos estaban sin ocupar. Me miraba y yo la observaba con disimulo levantando la vista del móvil para mirar por la ventana el paisaje. Era evidente que no se conformaba con mi actitud y levantándose de su asiento se sentó a mi lado. Fue entonces cuando descubrí el origen del triple tufo de las tres eses.
    
    Se me arrimó al hombro y me besó debajo de la oreja. Entonces sentí asco pero dejé hacer. Ante mi falta de reacción me tomó la mano y la introdujo en su coño que noté mojado viscoso. Rápidamente la saqué y le dije que me dejara en paz. Saqué un pañuelo de papel me limpié la mano. Luego le dije:
    
    β€” Eres bonita y atrevida, pero yo soy gay y como comprenderás...
    
    β€”¿No te gustan las mujeres?, preguntó.
    
    β€” Sí me gustan, como amigas, pero para sexo no, repliqué.
    
    β€” Joder, qué putada, por un chico guapo que me encuentro..., ¿qué perfume usas?
    
    β€” SOLO, de Loewe..., le dije la verdad.
    
    β€” ¿No harás hoy una excepción conmigo?
    
    β€” No; de ninguna manera.
    
    β€” Pero..., ¿por qué?
    
    β€” Porque soy gay.
    
    β€” ¿Ni siquiera me muestras tu polla?
    
    β€” No tendría inconveniente pero no quiero crearte ilusiones...
    
    β€” Al menos una mamada, soy buena en esto, y luego igual te animas ¿vale?
    
    β€” ¿A cuántos se la has mamado en los últimos tres meses?
    
    β€” ¡Uff...! Ni con mis dedos ni con los tuyos las ...
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