1. El ladrón y Doña Rosa Autor Mapmaker


    Fecha: 02/12/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: mapmaker, Fuente: RelatosEróticos

    El ladrón y Doña Rosa Autor Mapmaker
    
    Doña Rosa era viuda; nunca tuvo hijos; se estableció en la ciudad cinco años atrás y vivía de un fideicomiso dejado por su esposo; nunca se le vio en compañía de algún hombre ni tenía pareja conocida; la sobriedad con que vestía la hacía aparentar mayor edad
    
    Tenía cuarenta años, pesaba alrededor de ciento sesenta libras, medía un metro sesenta de estatura; yo tenía treinta y cinco años, pesaba ciento setenta y medía un metro ochenta de estatura.Los vestidos con que salía a la calle eran un disfraz a su verdadera identidad; la identidad que yo descubrí; las redondeces de su cuerpo sin llegar a la obesidad; su piel aún tersa; en realidad se veía fantástica; me tenía cautivado.
    
    El descubrir a una mujer que me aguantara la verga creó una emoción desconocida para mí; con la mayoría de las parejas que llevé a la cama solo tuve sexo una sola vez; una que otra lo había hecho una segunda vez pero no regresaban más; las dejaba tan adoloridas y maltrechas que después me esquivaban.
    
    Quizás no era para menos; mi miembro en estado erecto medía veinticuatro centímetro con un diámetro de cuatro centímetros; aparte de la acampanada cabeza que parecía un hongo que tenía cinco centímetro de grosor; algunas de mis parejas al verla, desistían asustadas; otras se arriesgaban pero no volvían más.
    
    Doña Rosa me explicó que la entrada de la vagina estaba diseñada para expulsar un bebé que tenía una dimensión y una longitud mucho mayor; los daños que ...
    ... causaban los miembros grandes a las mujeres se debía al miedo que les daba ser penetradas por un miembro de ese calibre; esta aprensión hacía que tensaran sus músculos pélvicos cerrando sus paredes vaginales creando una resistencia traumática a la penetración. Además, existían ejercicios para fortalecer y controlar esos músculos.
    
    Todo esto me lo demostraba cuando teníamos sexo; me excitaba causándome erecciones poderosas para luego embutirse lentamente mi verga hasta topar con mi pubis y testículos; la sensación delirante de sus paredes vaginales apretando mi pene me llevaba a terminar en potentes eyaculaciones.
    
    Me confeso que nunca antes se había tirado una verga de ese tamaño;le gustaba que la penetrara lentamente para sentir todas las rugosidades del pene; se meneaba disfrutando cada centímetro del miembro; su cara reflejaba el éxtasis que la embargaba; su cuerpo se estremecía al culminar en fantásticos orgasmos.
    
    La visitaba en la noche, entrando cautelosamente por la ventana de la recamara; de un ladrón furtivo me convertí en un amante clandestino; ella me esperaba con camisones cortos y seductores; hilos dentales que apenas tapaban su regordete chocho; gustaba de ser acariciada a medida que la desnudaba; el gozo se manifestaba en su concha rezumante de secreciones.
    
    Se deleitaba mamándome el miembro con avidez; se colocaba en posición sesenta y nueve ofreciéndome la chorreante entrada de su carnosa vulva con su sobresaliente clítoris el cual aprisionaba con mi ...
«123»