1. El chico de las galletas (4)


    Fecha: 03/12/2018, Categorías: Sexo Interracial Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... yo estaba igual pues a pesar de su traición, seguía siendo mi madre, que sufría al aguantar esa verga de descomunal calibre.
    
    Cosa que muy en el fondo de ella misma lo deseaba pues a pesar del dolor creciente, no le pedía al muchacho que se detenga. Y así continuó cogiéndosela sin molestarle a la tortura a la que sometía a mi madre; adentro y afuera, afuera y adentro sin parar, sin agotarse y al igual que con la señora Julia, terminó por montarse encima de ella. Las fotos se seguían sucediendo una tras otra en busca de no perder ningún detalle de la culeada. Los movimientos de su joven amante no cesaron en ningún momento parecía dispuesto a no dar tregua al ojete de mi madre. Las nalgas del muchacho iban y venían empujando a más no poder, cumpliendo muy bien su labor de semental de esas dos señoras casadas.
    
    Varios minutos de angustia y dolor para mí tuvieron que transcurrir, aunque ya sabía de la resistencia del negro de mierda, pero siempre era doloroso ser testigo de la desvergüenza de ella.
    
    Aún unidos en la cogida que no había como parar, se sumergían entre odiosas muestras de cariño, la hembra se sentía satisfecha por su macho, y al estar mejilla con mejilla mi madre volteó y empezaron a besarse jugando con sus lenguas.
    
    - Así Mauricio, así me gusta, ayyyy.- gemía pidiendo más la perra.
    
    - Qué colita tan sabrosa tiene señora Olga.- dijo el negro de mierda.
    
    Unos instantes, largos e inmensos, el chico terminó de empujar apretándose al máximo al cuerpo de ...
    ... mi madre, que gritaba presa del dolor y el placer, y de seguro de sentir toda la simiente caliente regando su interior. Aún siguieron moviéndose suavemente y a un mismo ritmo, como si bailaran. Y la verdad que quien los viera pensaría que se trataba de una pareja pero la mujer que estaba ahí siendo poseída sexualmente era mi madre.
    
    Después de desmontarla, el sudoroso muchacho se echó con mi madre en la cama abrazándola y con la señora Julia al lado. Increíble, ante la propuesta descarada de ser fotografiadas para la posteridad en pleno acto sexual, no fue rechazada sino aceptada con total desparpajo.
    
    Aún retozando con tenues caricias, una mano se deslizó furtiva hasta atrapar el asqueroso apéndice del negro, y que iniciaba una nueva paja; ahí mismo otra mano descendió acompañando los movimientos masturbatorios. Con la experiencia que da la madurez, las señoras conseguían que ese trozo de carne, hasta unos instantes fláccido, fuera incrementando su tamaño y grosor ya conocidos.
    
    - Uhmmm, lo másimo señoras, ustedes son únicas.- gruñó el chico cerrando los ojos ante el experto maniobrar de ese par de manos.
    
    Ellas se miraron y sonrieron sin detenerse en su tarea al alimón. Entre esas manos blancas, el fierro grotesco terminó por alcanzar su plenitud como si fuera una macana de policía. Ambas lenguas se hicieron una por disfrutar de ese insólito manjar. El condenado hijo de puta no quiso quedarse atrás y acomodó a la señora Julia, quedando ante la espesa mata de vellos ...
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