1. Mi mujer y su amante


    Fecha: 10/12/2018, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: atilale1, Fuente: RelatosEróticos

    ... no se atreviese a tocarlo de miedo a que desapareciera o se deshinchara.
    
    Poco a poco, la caricia se hizo más fuerte, hasta que intentó rodearlo con los dedos.
    
    - ¡Impresionante! No puedo rodearlo con la mano. ¡Que fuerte!
    
    - Uffff, contestó Pepe.
    
    Ella seguía acariciando olvidándose de lo demás.
    
    - Quiero ver lo que se esconde debajo, prosiguió ella.
    
    Le cogió el miembro más fuerte y empezó a bajar lentamente, dejando su glande muy poco a poco al aire.
    
    Era grande, rozado, bien formado, con un cuello que se ensanchaba. Cuando lo vio, se le abrieron aún más los ojos, y la boca. Nunca había visto algo semejante antes.
    
    - ¿Y esto puede entrar en un…? Preguntó ella más para ella misma que para Pepe.
    
    - Tiene que dar un placer tremendo, prosiguió.
    
    Pepe suspiró.
    
    Seguía agarrada a este miembro monstruoso, subiendo y bajando, mirando como se tapaba el glande de Pepe y como se destapaba. No podía dejar de mirarlo y de moverlo. Lo tenía agarrado bien fuerte para que no escapara.
    
    Ya llevaba un buen rato así cuando pensó en voz alta:
    
    - ¿Cómo sabe?
    
    Acercó sus labios del monstruo, sacó la lengua y lo tocó brevemente, como si tuviese miedo de ir más lejos.
    
    Volvió a tocarlo, pero un poco más que la primera vez. El movimiento de vaivén de la mano de Silvia se aceleró. La lengua de Silvia se posó sobre ese miembro, seguido por los labios. Silvia no podía coger tal bestia en su boca, pero lo besó, chupó lo que podía de el, saboreando este sabor desconocido. ...
    ... Ella ya gemía de placer.
    
    De repente, Pepe suspiro más fuerte y Silvia se dio cuenta de lo que iba a pasar. Apartó la boca pero siguió moviendo la mano. Unos segundos más tarde, Pepe explotó, y tres grandes chorros de leche calentita cayeron sobre su pecho desnudo.
    
    Silvia no paró sus movimientos, El cuerpo de Pepe entró en una serie de convulsiones que lo agitaron de arriba abajo, como si se tratara de una electrocución. Cuando lo hubo dado todo, hasta la última gotita, y que Silvia vio como la bestia se replegaba cada vez más, lo dejó.
    
    Silvia sacó unos pañuelos para ella y para él.
    
    Se quedaron un rato sin moverse, recuperando fuerzas.
    
    - ¿Me puedes devolver mi conjunto? Preguntó ella.
    
    - No, suspiro él, me lo quedo.
    
    - No puedes, no me voy a pasear sin nada.
    
    - Seguro que ya lo has hecho.
    
    - Pero para volver a casa…
    
    - ¡Se siente!
    
    - Bueno, pero la próxima vez que nos veamos, lo quiero recuperar.
    
    - Perfecto, será una excusa para volver a verte.
    
    Silvia cerró su vestido y Pepe se vistió.
    
    Salieron del cine antes del final de la película. Se despidieron y quedaron que se tendrían que ver muy pronto en un sitio más tranquilo: Silvia sabía que quería disfrutar de este increíble miembro, sentirlo en ella, gozarlo y sentir, cuando el se corriera, estas contracciones que la harían estallar de placer.
    
    Pepe depositó un beso sobre la mejilla de Silvia para despedirse, pero esta vez, fue a medias sobre los labios de Silvia.
    
    Se fueron cada uno por ...