1. Una última vez con la hermanita de mi mujer


    Fecha: 13/11/2024, Categorías: Confesiones Tus Relatos Autor: MrWolf, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X


    Cuando tenía más o menos 40 años conocí a Rebeca, una chica que entonces tenía 27 años. Fue secretaria en la firma en la que trabajaba entonces y a través de largas jornadas de trabajo y convivencia fue generándose un vínculo que fue creciendo con el tiempo.
    
    Ella era preciosa: rubia, ojos verdes, un cuerpo atlético y con bellas curvas. Un bombón. Además tenía una gran personalidad y un carisma atrapante.
    
    Las tardes de sexo furtivo en mi oficina evolucionaron a largas charlas nocturnas, que derivaron en una relación formal que oficializamos a los meses. Un tiempo después, lo usual: ella se mudó a mi departamento y luego de un tiempo, decidimos que era tiempo de casarnos. Para ese momento yo tenía 42 años, había decidido emprender por mí cuenta y me había ido muy bien. Ella con 29 años ya estaba afianzada en el área en la que siempre quiso trabajar y nuestro futuro se veía próspero.
    
    ¿Cuál era el problema? Al poco tiempo de habernos comprometido, la tentación tocó a mi puerta. La casa que había comprado para que viviéramos juntos y en la cual empezábamos a forjar nuestra vida familiar quedaba cerca del colegio en el que su hermana menor —Lía— cursaba el último año.
    
    Lía tenía 17 años y cumplía la «regla» de que la hermana menor siempre está mejor que la mayor. Su rostro angelical, adornado por unos ojos azules y una cabellera rubia ondulada; camuflaba el cuerpo infernal lleno de curvas que me hacían delirar. Eso sumado a unos tatuajes en los brazos que la hacían ver ...
    ... aún más sensual.
    
    Varias veces ella fue a casa a utilizar la piscina, ya que como expliqué, le quedaba cerca al salir del colegio. Tener a una hermosa adolescente en bikini constantemente cerca puede ser un arma letal, más aún para un hombre como yo, que —modestia aparte— a pesar de empezar a transitar el camino de los cuarentas, me esforzaba para mantener un físico atractivo.
    
    No pasó mucho tiempo para que las visitas de Lía dejen de ser para usar la piscina y empiecen a ser para revolcarse conmigo mientras su hermana aún trabajaba.
    
    Duramos meses con esa dinámica. Incluso cuando ella comenzó a estudiar para el ingreso a la universidad, encontrábamos tiempo para escabullirnos. Pero luego de un tiempo, traté de reencausar la situación y con el pesar de mi consciencia a cuestas, logré convencerla de que a pesar de lo lindo que habíamos vivido; debíamos dejar de hacerlo. Ella aceptó, entendiendo que la proximidad de mi boda con su hermana significaba para mi un peso extra que ya no podía soportar.
    
    Llegó el día de la boda, mientras mi mujer se preparaba en un cuarto del hotel de campo en el cual celebraríamos la unión, en otro yo aguardaba ya prolijamente vestido.
    
    Cuando tocaron a mi puerta, pensé que sería algún amigo o familiar. Ver a Lía en un impactante y escotado vestido rojo me sorprendió.
    
    Sin mediar palabras, entró y cerró la puerta. Luego me dijo que quería darme algo especial, algo que cierre lo que había pasado entre nosotros.
    
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