1. La sobrina de Edelmiro


    Fecha: 18/12/2018, Categorías: Anal Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    Hasta los mismísimos cojones estaba Edelmiro de los testigos de Jehová. Como tenían el local cerca de su casa no había día en que no llamasen a la puerta de su piso.
    
    El hombre les tenía preparada una sorpresa para que no lo volvieran a molestar.
    
    Aquel día llamaron a la puerta de su piso dos mujeres. Una morena que no llegaba a los veinticinco años, y otra pelirroja, que no llegaba a los veinte. Las dos eran altas, guapas, con buenos cuerpos y vestían sobriamente.
    
    Edelmiro, que era un cincuentón, solterón y apuesto, al abrir la puerta de su piso y ver a las dos mujeres, sorprendido, le dijo a la morena:
    
    -No me jodas, Martina. ¿Tú también? ¿Cómo coño hacen testigo de Jehová en las aldeas?
    
    Le respondió la pelirroja.
    
    -Le descubrí yo los caminos de Jehová.
    
    Edelmiro, se cabreó con la pelirroja. Echándole una de esas miradas que matan, le dijo:
    
    -¡Estaba hablando con mi sobrina, cuervo!
    
    Martina, defendió a su amiga.
    
    -No la insulte, tío. Es una buena chica. Tiene que perdonar. No sabía que vivía aquí. Ya nos vamos.
    
    -¿Si querías venir a la ciudad no era mejor que te hubieses fugado conmigo hace unos años?
    
    Abril, la pelirroja, la pilló por el aire.
    
    -¡¿Fueron amantes?! ¡Eso es incesto!
    
    -Mete las narices en los asuntos de tu secta, chupa biblias.
    
    Martina, seguía defendiendo a Abril.
    
    -Tiene razón, tío, además era tan joven...
    
    Edelmiro, no cambió su plan porque una de ellas fuera su sobrina, les dijo con sorna:
    
    -Pasad, hermanas, pasad, ...
    ... que se están enterando los vecinos de lo que no deben.
    
    Martina y Abril siguieron a Edelmiro hasta la sala de estar.
    
    -Sentaos en el tresillo que ahora vengo.
    
    Las mujeres, que traían unas carpetas en las manos, se sentaron donde les había dicho. Jamás se podrían imaginar lo que se les venía encina.
    
    Al rato volvió Edelmiro a la sala de estar. Se sentó en un sillón delante de su sobrina y de Abril, y le preguntó a Martina:
    
    -¿Te acuestas con ella?
    
    -¡¿Qué dice?! La homosexualidad es pecado y la masturbación y la fornicación...
    
    Edelmiro, dijo, despectivamente:
    
    -Jehová, Jehova. ¿Daríais la vida por él si os obligan a mantener relaciones sexuales entre vosotras. Si os obligan a que os masturbéis o cosas similares?
    
    Saltó, Abril.
    
    -¿Ante quién hay qué firmar?
    
    Edelmiro, echó una mano a la espalda y sacó de entre la cintura y el pantalón una pistola con silenciador.
    
    -Ante esta.
    
    Martina, asustada, le preguntó:
    
    -¡¿Qué va a hacer, tío?!
    
    -Ver si es verdad que dais la vida por seguir ese camino que os marca Jehová.
    
    Abril, estaba temblando.
    
    -¡No haga una locura!
    
    -Depende de vosotras. Besaos.
    
    -¡Jamás! Además... Somos hermanas de leche.
    
    -¡Qué carallo de hermanas de leche ni hostias en conserva! ¿Os pensáis que soy tonto?
    
    Martina, lo puso al día.
    
    -Mamá dejó a papá y papá se casó con su madre.
    
    Edelmiro, se sorprendió.
    
    -Joder, sí que cambiaron las cosas en la aldea, sí, pero... ¡Me importa una mierda! ¡Besaos o aquí ocurre una ...
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