1. EL REGRESO


    Fecha: 09/08/2017, Categorías: Incesto Autor: Barquidas, Fuente: SexoSinTabues

    ... ensimismamiento de Claudia, la mujer había permanecido entre tumbada y sentada, apoyada la espalda en el cabecero de la cama y los pies sobre la sábana que los dos ocupaban, tumbado él, más o menos recostada ella. Pero al salir Claudia de su pensante mutismo se irguió para acabar sentada sobre la cama. El borde del camisón, por lo corto, descansaba entre sus muslos y la cama. Luego tan pronto quedó sentada sus manos tomaron ese borde y tiró del camisón hacia arriba, haciéndole desaparecer por la cabeza para mandándolo irremisiblemente al suelo. Luego largó la sabana que les cubría hacia el final de la cama, acabando de enviarla al suelo con los pies, para, entonces, desnuda por completo, volverse hacia Sergio diciéndole • Mírame Sergio, mira mi cuerpo desnudo. ¿Todavía te gusta? ¿Todavía lo deseas? ¿Aún me encuentras atractiva? Dímelo mi amor, dímelo… No me mientas, por favor… ¿Me encuentras bonita? Sergio, en principio, le respondió con un beso que le llenó la boca con su lengua, que entremezcló la saliva propia con la del hombre, que la enervó plena de dicha y placer. Luego Sergio liberó la boca de Claudia para susurrarle muy bajito al oído entre lametones en el lóbulo de la oreja y el cuello femenino • Claudia eres la mujer más bella del universo. La más sublime diosa del Olimpo de las Venus más hermosas. Eres la mujer más esplendorosamente bella, hermosa, atractiva… Eres la Mujer Definitiva que hombre alguno pueda jamás soñar… • ¿De verdad me encuentras así?. ¿De verdad ...
    ... te gusto, cariño mío? De nuevo Sergio respondió a las preguntas de su hermana con la elocuencia de los hechos, la elocuencia del beso lleno de dulce ternura a la par que ebrio de ardorosa, candente pasión. Un beso que casi se hizo eterno, atornillado por ambas bocas que se lamieron y mordieron mutuamente. Las manos de Sergio se habían ido a los senos de Claudia, acariciándolos suavemente y haciendo que la mujer suspirara quedamente, estremeciéndose desde la punta del pelo hasta la de los dedos de los pies. Los labios, la lengua y los dientes del hombre descendieron hacia el cuello de su hermana, con parada en la oreja femenina cuyo hoyito acarició con la lengua, mordisqueando suavemente el lóbulo. Luego esos labios, esa lengua y esos dientes pasaron a prestar atención al cuello de cisne, besándolo, lamiéndolo y mordiéndolo no tan suavemente como hiciera con el lóbulo del oído, pues alguna marca dejaron allí, aunque sin producir daño alguno. Los suspiros de Claudia se empezaron a trocar en jadeos de dicha, al tiempo que también ella besaba, lamía y mordía el cuello y el pecho de su hermano, loca de pasión, de deseos de hacerle feliz y dichoso a él, correspondiendo así a la dicha que él le prodigaba Tras atender ese cuello debidamente, sin olvidar la nuca femenina, los bucales cuidados masculinos se centraron en ambos senos de Claudia, que recibieron las caricias de labios y lengua en forma de besos y lametones que a ella la alzaban de la cama en interminables murmullos, jadeos, ...
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