1. Alicia y sus cuñados 2


    Fecha: 27/12/2018, Categorías: Infidelidad Autor: ViejoPervertido69, Fuente: SexoSinTabues

    ... acariciar morbosamente, los virtuosos encantos, de mi adorada esposa, al probar los jugos íntimos y obscenos de mí amada, destinados por la voluntad de Dios, y de los hombres, a mi propiedad. Y yo, al contemplar el abuso de la confianza familiar, el veto a la exclusividad de los encantos íntimos de mi mujer, a el morbo que leía en la mirada de mi concuño, a los pensamientos cochinos, sucios, que imaginaba que tenía mi lúcida esposa, porque me di cuenta que fingía estar dormida. Él, bañaba de leche de macho, leche perversa, indecente, e inmoral, las redondas tetonas de mi celestial mujer. Y Yo, expulsaba mi semen, manchando la pared, debajo de la ventana de nuestro nido de amor, semen de cornudo, de embuste, de mirón. Esa noche, esperaba a que saliera mi esposa, para llevarla al trabajo, hacia mucho viento. En el porche, a mi lado, estaban mis tres cuñadas con sus maridos. Al salir mi esposa, nos sorprendió a todos. Vestía una mini falda de tablones de color azul, blusa blanca transparente y unas calcetas blancas. Vestía como una colegiala, pero en su escultural cuerpazo, rayaba en lo lascivo. Mis tres concuños no le quitaban la vista de encima y como por arte de magia, se les comenzó a formar un tremendo bulto en la entrepierna. -Y ahora que te pasa, ¿por qué vas vestida así al trabajo? –Le dijo su hermana Antonia-. -Me lo dieron de uniforme. -Pero esta muy rabón, pareces piruja. –Le recriminó su hermana Claudia-. -Me lo hicieron a mi medida… pero tienes razón, me queda muy ...
    ... corta. Le dije al supervisor que me iba a quedar muy rabona la falda, pero no me hizo caso, dijo que era el mismo largo para todas… Pero, como las demás compañeras están más chaparritas, a ellas les queda bien, pero a mi… Me queda así. –Y dirigiéndose a mí, me dijo-. ¿Nos vamos amor? Nada más salir del porche, una ráfaga de viento levantó por completo la pequeña falda de mi esposa, pegándose la tela por completo, a su estomago y espalda, dejando a la vista de mis pervertidos concuños, sus tremendas y redondas nalgas; dos vecinos que pasaban por el lugar, observaban a mi esposa detenidamente, cuando sobrevino el aire, contemplaron con deleite, sus torneadas piernas, la sensual y griega, que se formaba en su entrepierna, su tanguita morada de hilo, que traslucía su pequeña y perfumada raja. Tan solo fueron unos segundos, que a mi mujer se le hicieron eternos, sus hermanas estallaban en carcajadas, burlándose de ella, mientras mis concuños, pelaban sus ojos y de su entrepierna se formó y elevó majestuoso, un tremendo bulto, mientras mi esposa luchaba por bajarse la tela de la falda que estaba pegada a su cuerpo. Al llegar a su trabajo, nos recibieron tres muchachitos, dudaba que tuvieran los dieciocho años, abrazaban y besaban a mi esposa en la mejilla con mucha familiaridad y confianza. Luego, Hugo, un chamaco con pinta de pandillero, le pasó uno de sus brazos por su estrecha cintura, descansando su mano en su cadera. -Aquí déjela, -me dijo sonriendo, en la puerta del almacén-. ...
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