Escena de una Violación.
Fecha: 27/12/2018,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: IraqiZorro, Fuente: SexoSinTabues
... —¡Para! —suplicaba a regañadientes—. ¡Detente por favor! Con los escasos centímetros que tenía adentro, podía sentir la palpitante brecha resistiéndose a lo inevitable. —¡No lo hagas, por favor! —Aguante un poco William —dijo arrullandolo—. Un poco más. Repentinamente, la apretada mueca de Will había sido cambiada por una desencajada boca de ojos saltones. —¡Oh… no! —alcanzó a decir. —¡Oh sí! Te acabo de romper el culo —jadeó el Rubio violentamente—. Oh, Dios. Qué rico está aquí dentro. Su esfínter estaba desgarrado y lo único que podía hacer era tratar de aguantar el llanto. Centímetro a centímetro sintió cómo sus venas cedían el paso. No pronunciaba mas que rabiosos berridos mientras lo brutalizaba. Ya no era dueño sobre su cuerpo, sentía un abismo resquebrajando sus muslos, separando violentamente la distancia entre sus nalgas. Mientras el Calvo con felicitaciones, seguía tomando fotografías. El rubio sentía vibrar todos sus músculos. Las nalgas se le empezaban a poner duras del esfuerzo, tuvo que coger a Will por la cadera para empezar a usar sus bíceps. El corazón le bombeaba suficiente sangre para seguir adelante. Las gotas de sudor que bajaban por su frente lo volvían loco; era igual que estar peleando. Si cerraba los ojos aparecía un boxeador con los puños en alto, arremetiéndo contra él, sudando por el cuello, defendiendo su abdomen, defendiendo su entrepierna. El olor de sus axilas lo transportó hacia unos vestidores. Mientras todos se duchaban, olfateaba los ...
... calzoncillos de sus compañeros, ese hedor de orina era la firma de los hombres. Un manjar para conocedores. Instintivamente agarró los cojones de Will. Para él los testículos eran la parte más importante del hombre. Si dejabas que otro te tocara las pelotas sin hacer nada, entonces no los merecías. Jugueteó con ese par entre su mano, los estrujaba para escuchar los quejidos de su esclavo. Su verga escurría en todas direcciones. Sus muslos abofeteaban a Will mientras sus bolas se estrellaban en las nalgas. Ni las bolas, ni la polla de William, eran mas que adornos colgando en lo que alguna vez había sido un macho. —¡Oh, sí! —gruñó el rubio—. Vas a quedar bien preñada. —No. Por favor —dijo entre convulsiones—. ¡Para ya! —No tengas miedo a decir que te gusta. Yo sé que te encanta —afirmó—, estoy sintiendo cómo me lo pides. Will desbordaba una espuma de rabia. No tenía identidad.«¿Y si la gente se entera?», «¿Qué clase de padre voy a ser?», «Yo tuve la culpa», «¡Soy un puto marica!». Las lágrimas de impotencia entristecieron a Will, quitando la poca resistencia que le oponía a su agresor. —¿Te diste cuenta maricón? —le murmuró el rubio en su oído—. No eres más que un culo abierto. De un navajazo cortó la cinta que ataba a William. —¿No quieres escapar? —dijo nalgueándolo repetidamente. Las manos de Will habían caído al suelo, sin hacer intento de algo. —¡Mierda! ¡Qué rico coño! Unas convulsiones tensaron al rubio. Sin poder controlarse apoyó todo su peso hacia el frente, depositando su ...