La noche en una reunión que cambió todo
Fecha: 04/07/2025,
Categorías:
Confesiones
Tus Relatos
Autor: Anónimo, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... se me clavó. Su sexo completamente visible y húmedo viscoso . Su cuerpo ofreciéndose, sin decir una palabra. Una imagen tan real, tan intensa, que todos nos quedamos sin aire.
Los ojos de Marta brillaban. Nadie hablaba. Solo la respiración pesada y los gemidos contenidos de la excitación. Adriana sabía lo que estaba provocando. Y no se detenía.
Después de ese baile, el ambiente estaba cargado. Todos teníamos claro que no había marcha atrás.
Y llegó la penúltima ronda.
Carlos, con una sonrisa apenas contenida, sacó un dildo de una bolsa de plástico. Nadie sabía que lo traía. Propuso el castigo para Adriana. Ella dudó. Tomó un sorbo de vino. Miró a todos… y aceptó.
Se acostó sobre la alfombra, abrió bien las piernas, y empezó a frotarse con ese dildo largo, curvo, color vino oscuro. Lo pasó primero por fuera, humedeciéndolo. Luego lo deslizó despacio dentro de ella, una y otra vez. Se arqueaba. Gemía bajo. Movía las caderas con un ritmo que nos enloquecía.
La escena era imposible de creer. Y sin embargo, ahí estaba.
Marta cruzó las piernas y preguntaba dónde le cabe todo eso y respiraba agitada, igual que nosotros. Mario y Carlos estaban completamente rígidos con líquido seminal goteando excitados al máximo. Yo temblaba.
Adriana se tocaba con hambre, con furia. Cuando llegó al orgasmo, su cuerpo se estremeció. El dildo casi se le cae de las manos de lo fuerte que se apretó. Gritó. Se mojó. Sus jugos corrían por sus muslos, se mezclaban con el sudor. ...
... Quedó tendida, temblando, con la piel erizada, los labios entreabiertos.
Y creímos que eso era lo máximo de la noche.
Pero Mario propuso una última mano.
Yo ya sabía lo que buscaban. Querían llevarla más lejos. Querían que el siguiente castigo fuera para ellas. Y yo… también lo quería.
Perdieron Adriana y Marta. Y el castigo fue directo:
—Un baile privado, arriba, en una habitación, cinco minutos. Marta con Mario. Adriana con Carlos.
Ellas no protestaron. Subieron riendo, como si supieran perfectamente lo que iba a pasar. Yo me quedé abajo. Tomé un poco de agua . Pero la cabeza no me dejaba en paz.
A los seis minutos, subí.
Y la puerta estaba entreabierta.
Lo que vi me encantó . Carlos estaba penetrando a Adriana por detrás, con una pierna de ella sobre la cama y la otra apoyada en el piso. El sonido del sexo era fuerte, húmedo, salvaje. Ella gemía, se empujaba hacia él, se aferraba a las sábanas.
Me miró. No se detuvo. Me lo dijo con la voz entrecortada por los gemidos:
—Perdón, Víctor… pero es que la tiene muy rica…
No supe qué sentir al principio. Pero la imagen me quemó por dentro. Ella estaba como nunca: suelta, salvaje, fuera de control. Carlos la giró, la montó sobre él, y ella comenzó a cabalgarlo sin parar.
Los fluidos chorreaban. Se mezclaban. Mojaban todo. Cada embestida era un golpe de piel, un sonido que no se podía ignorar. Y yo… estaba completamente duro, temblando, sin poder apartar la mirada.
Cuando Adriana volvió a ...