1. Lucrecia


    Fecha: 03/01/2019, Categorías: Transexuales Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    ... Una polla gorda de 20 centímetros
    
    -Perdón, Lucrecia -le dije.
    
    -La culpa es mía.
    
    El susto, en vez de bajármela, hizo que me corriera.
    
    Lucrecia, como hipnotizada, vio como la leche que salía de mi polla se mezclaba con el agua de la ducha y desaparecía por el desagüe. Estaba colorada. Ver cómo me corría la excitara. Se fue. Me sequé. Puse la bata. y me fui al salón. Lucrecia no estaba. Pensé que se había ido, pero. ¿Adónde podría ir? Fui a su habitación, Tenía la puerta cerrada. Me puse a escuchar y sentí sus gemidos. Se estaba masturbando. En el reloj, el cuco, dio las doce. Sentí los inconfundibles gemidos de una corrida. Volví a la sala de estar. Al rato llegaba Lucrecia, con un camisón transparente, que a contra luz, dejaba ver sus tetas y sus pezones y el rubio vello púbico.
    
    -Ya tengo 18 años, padrino -me dijo.
    
    -¡Y que 18 años! -exclamé.
    
    Se sentó a mi lado.
    
    -¿Sabe el regalo que más me gustaría tener en este momento?
    
    -No. ¿Qué regalo es ese?
    
    -Su polla. Me gustaría tenerla en la boca y después en el sexo.
    
    -Si la quieres, tuya es, con una condición.
    
    -¿Cuál?
    
    -Que antes me dejes que te haga correr con mi lengua.
    
    Se levantó. Se quitó el camisón y se recostó en el sillón. Al verla en todo su esplendor, ganas me dieron de follarla duro, ya que dura tenía la polla, pero besé aquellos labios carnosos. Saboreé su juvenil lengua. Acaricié, lamí y chupé sus duras tetas y sus erectos pezones. Bajé besando su ombligo. Me arrodillé. Le abrí las ...
    ... piernas. Besé el interior de sus muslos. Besé, lamí y metí y saqué la punta de mi lengua de su anito. Con mi lengua saboreé el flujo de su empapado chochito. Lucrecia, ya no aguantaba más. Cogió mi cabeza con las dos manos.
    
    -Lámame el clítoris, padrino, por favor.
    
    Metí y saqué mi lengua en su vagina y después fui lamiendo su clítoris, aumentando el ritmo en cada lametada.
    
    -¡Me corro, padrino, me corro! -exclamó.
    
    Sus gemidos fueron tan dulces que sentir como se corría era como estar en la Gloria. Hasta su cara de placer tenía algo mágico. Era una criatura especial.
    
    Al acabar de correrse, me volví a sentar en el sillón. Lucrecia me iba a devolver el favor. Se arrodilló. Cogió mi polla en su mano. La metió en la boca y me hizo una mamada que jamás olvidaré, no por ser la mejor que me hicieran, sino por la dulzura que puso en ella. Al final me corrí en su boca y se bebió mi leche.
    
    -Desde los 16 años que le tenía ganas a esa pollaza -me dijo, ya sentada a mi lado.
    
    -¿Y eso?
    
    -Se la vi una vez que la estaba sacudiendo después de mear…
    
    -Si hace diez años que no te veo.
    
    -En Sevilla, se la vi en Sevilla. Yo estaba de viaje de fin de curso.
    
    -¿Y no me saludaste?
    
    -No era el momento adecuado.
    
    -Tienes razón. No lo era.
    
    Lucrecia me besó y cogió de nuevo mi polla con su mano. Yo metí dos dedos dentro de su chochito. Nos masturbamos mutuamente mientras nos besábamos.
    
    Poco después...
    
    -Déjeme hacer, padrino -me dijo, sentándose en mi regazo.
    
    -Ya va ...