1. Aburridas


    Fecha: 10/08/2017, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos

    ... había dado cuatro hijos. Lamí despacio, saboreando, sintiendo cada milímetro de aquel pene que había llevado al orgasmo tantas veces aunque nunca lo había hecho con la boca. Hoy llegaré hasta el final, me dije.
    
    Abel, el sí se comportó como un caballero, me avisó varias veces que estaba a punto de eyacular, incluso llegó a agarrarme de la cabeza para apartarme, pero no se lo permití. Por segunda vez en mi vida un hombre descargaba en mi boca. La primera me había parecido asquerosa, fruto de la inexperiencia mutua de dos adolescentes. Ésta la degusté con ansia. Me levanté para pasar al baño a escupir su simiente, pero cuando iba a agacharme en la pila, me miré en el espejo y me atreví. No me gustó el sabor, ni en mi paladar ni en mi garganta, pero cuando noté como cruzaba mi tráquea, una leve sacudida recorrió todo mi cuerpo finalizando en mi sexo en un pinchazo parecido a un orgasmo.
    
    Mi marido me miraba sorprendido cuando volví a su lado. ¿A qué ha venido esto? Me apetecía. Nunca me lo habías hecho. ¿Te ha gustado? Mucho. ¿Quieres que lo repitamos? ¿Ahora? No, tonto, en otra ocasión. Claro.
    
    Aún hoy, casi dos meses después, soy incapaz de explicar por qué me dejé convencer. Bibi estuvo enfadadísima conmigo los días siguientes, pues no comprendía cómo podía haberla abandonado, indignada conmigo, cuando el que la había echado de su coche había sido el caballero negándole su juguete si yo no estaba presente. Argumenté con una amplia batería de razones pero no quiso ...
    ... escucharme. No solamente estaba mal lo que estábamos haciendo y podía tornarse peligroso, además me ponía en un brete que para el que no me sentía preparada. Y Abel no se lo merecía.
    
    Pero ella esgrimió únicamente un argumento. Te excita tanto como a mí.
    
    Tenía razón, por lo que prometí acompañarla con otro desconocido, pero no con Caballero, pues aquel hombre me intimidaba y no estaba segura de poder controlarlo, de poder controlarme.
    
    Supe que me estaba engañando cuando quedó con el siguiente. Como otras veces, me mostró imágenes de miembros desconocidos, pero el instinto me avisó. Ha quedado con él. Algo que confirmé cuando dirigió el coche de nuevo a Montjuic. Pero no protesté.
    
    El Audi A6 estaba aparcado en el mismo lugar sombrío. Cuando nos detuvimos a su lado, bajó la ventanilla confirmando que Bibi no venía sola. Sonrió satisfecho. Veo que la has convencido. Temblaba, tenía un nudo en el estómago y una parte de mí pedía salir corriendo. Pero cuando el hombre bajó del coche, esperando que nos uniéramos a él, no pude reprimir una intensa excitación.
    
    Mi amiga se quitó la chaqueta, mostrando una blusa estampada que se desabrochó sin que él se lo ordenara. ¿Y tú? Me preguntó. También me despojé de la prenda exterior mostrando el sueter morado de cuello alto Yves Loic. Cuando nos ordenó arrodillarnos, Bibi obedeció como una autómata, pero fui capaz de aportar la poca dignidad que me quedaba para pedirle que en el suelo no, dentro del coche. Me miró largamente, ...
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