Aburridas
Fecha: 10/08/2017,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... unos dedos. Un pene grueso y corto, casi negro, que había deglutido dos veces en mi vida, entró en mi sexo de una estocada. La polla que tenía en la boca chocó con mi campanilla, provocándome una arcada, pero gemí sonoramente como la perra que aquel viejo verde estaba montando. Fue un orgasmo abrasador, que no remitió pues dos miembros me perforaban, llevándome en volandas a un Paraíso desconocido para mí.
Cuando la semilla de Caballero cruzó mi garganta sentí el segundo clímax de aquel interminable orgasmo, coronado en el tercero cuando la simiente del invitado anegó mis entrañas. Me descabalgó pero no cambié de posición, arrodillada en el suelo, con las nalgas levantadas, incitadoras, y mi rostro alojado en la entrepierna de aquel hombre que me había descubierto un mundo desconocido.
¿Cómo había podido caer tan bajo? Me pregunté en un momento de lucidez, dejándome follar por aquel ser inmundo. Pero el pensamiento fue pasajero, pues leyéndome la mente de nuevo, Caballero no me dejó seguir por aquel derrotero.
-Chúpamela un poco que ahora seré yo el que te folle. Será mi regalo de Navidad.
Como no podía ser de otro modo, obedecí, insaciable. Si sentir aquella monstruosidad en la boca casi me llevaba al orgasmo, ¿cómo sería sentirla en mi vagina? El pensamiento me derritió, licuándome.
Cuando lo creyó oportuno, se retiró en la cama para sentarse mejor, me incorporó y me mandó encajarme. Ahora sabrás lo que es ser empalada.
En cuanto su polla cruzó mis ...
... labios comenzaron los espasmos, cuando su glande tocó mi matriz grité, con todas mis fuerzas, desbocada. Se movió despacio, para que aquella barra que me partía se acomodara al nuevo hábitat. Me agarré con fuerza a sus brazos, clavando mis uñas como si quisiera devolverle una milésima parte de la intensidad que me profanaba. Perdí el control de mis caderas, que se movían enajenadas, buscando escapar, tratando de no soltarse, incoherentes.
Los orgasmos volvían a sucederse descontrolados, uno solo o muchos consecutivos, soy incapaz de precisarlo, pero nunca había sentido nada igual. Fue tal la vehemencia del acto, que estuve cerca de perder el conocimiento. Cuando eyaculó, no inseminó mi matriz, anegó mi estómago, mis pulmones. Noté el sabor de aquel conocido néctar en mi propia garganta.
Caí derengada sobre la cama, cerrando las piernas pues mi vagina ardía, mis labios interiores y exteriores chillaban irritados. Pero no tuve descanso. Unas manos me tomaron de los tobillos, tirando de mi cuerpo hasta el límite de la cama, me abrieron las piernas y acomodaron una polla de nuevo, a pesar de mis débiles ruegos para detenerlo. Era más estrecha, pero era tal la irritación de la zona que noté puñales clavándose en ella.
Me dejé hacer, extasiada, mientras el cerdo asqueroso me llamaba zorra rica, puta barata, agarrándome los pechos con furia, pasando su sucia lengua por mi cara, buscando la mía. A penas noté su eyaculación, pero la oí. Si te he dejado preñada, no vengas a ...