Su carne y mi leche
Fecha: 05/01/2019,
Categorías:
Confesiones
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
... hiciera la gamba. Así que me pegué a su culo magnífico y le ensarté la verga en esa concha sensible, lubricadísima y caliente para hacerla chillar, para que me pida la leche como ninguna mujer lo hizo y para que mis 43 años renovados se fundan en el olor de sus hormonas revueltas.
¡dale papi, cógeme así, que me tenés re alzada, sacame la calentura que esta vaquita se va a tomar toda tu leche, dame verga pajerito, cógeme como un macho!, decía sin saber lo que me producía su descaro.
Pensé en hacerle el culo, en darle unos chotazos fuertes en las tetas, en volver a su boquita incendiada para que me la ordeñe y en obsequiarle varios lechazos por todos lados.
Pero cuando la muy turra me mordió un dedo en el mejor momento de mis penetradas, no supe hacer esperar al grito sagrado de mis testículos y me fui en seco en el interior de su vulva.
Ella se dio vuelta de inmediato para encajarme sus tetas en la boca, y mientras yo se las succionaba como un bebé suspendido en el tiempo, ella se frotaba el clítoris, pues, todavía su orgasmo no había llegado a su punto máximo. Pero cuando eso pasó su piel pareció despedir chispas multicolores y aromáticas, ...
... entretanto que mi semen le recorría las piernas al gotearle de la conchita.
¡la próxima me vas a chupar bien la concha, y si me lo hacés bien te dejo que me hagas el culo mi vida!, decía mientras se ponía la calza sin la tanga, porque no la encontramos por ningún lado. Además el apuro era nuestro enemigo incondicional.
El negocio ya desbordaba de gente, y Teresa ya me había golpeado la puerta tres veces.
Salimos temblorosos, sudados y perseguidos. Yo con un palo tremendo, como si no hubiese pasado nada. Ella con mi leche nadando en sus profundidades, con migas de pan, agitada y más o menos satisfecha.
Todavía no volvió por el negocio, pero sé que no tardará en regresar.
Lo claro es que Teresa ahora está insoportablemente celosa. Ahora ella imita los gestos de Sandra, le hace burlas a su forma de hablar y dice las mismas obscenidades. Para colmo ella encontró la famosa tanguita debajo de una silla!
Roberto me jura que Teresa está tan caliente conmigo como Sandrita.
¡Es imposible morirse de hambre con tanta carne femenina loco!, me dijo cuando le conté todo lo que pasó en el cuarto, antes de que le confiara que ninguno de los dos se había cuidado. fin