1. Yegua domada (3)


    Fecha: 12/01/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anabella, Fuente: CuentoRelatos

    ... manos.
    
    Ella obedeció, Se metió los dedos medios y anulares en la argolla y enseguida dejó ver el suave rosado de sus paredes internas.
    
    —Pedí la pija —le mandé, sin dejar de tocármela.
    
    —¿¿Qué?? —dijo ella, sin entender.
    
    —Pedí la pija; no me digas que no lo sabés hacer, puta.
    
    En unos segundos estaba diciendo:
    
    —Quiero la pija.
    
    —Repetilo varias veces, te quiero escuchar —le dije.
    
    —Quiero la pija, quiero la pija, quiero la pija…
    
    —Más fuerte –le dije, ya medio cebado y sacando el cinto de mi pantalón, que había dejado sobre un mueble.
    
    —Quiero la pija,QUIERO LA PIJA…
    
    Le metí un cintazo, cuya marca fue a sumarse a la de mi zapato.
    
    —¡Ay, mi vida! —se quejó mamá.
    
    —Gritalo y mové el culo… ¿Qué clase de puta sos?
    
    Ella empezó a mover el ojete para ambos lados, contorneándose como una perra, y gritando:
    
    —¡QUIERO LA PIJA, QUIERO LA PIJA, QUIERO LA PIJA!
    
    Le metí dos cintazos más y ella empezó a moquear. Aplastó la cabeza sobre la almohada y me dijo:
    
    —No te enojes, mi vida, por favor... Voy a hacer lo que me digas…
    
    —Pero hacelo bien —le dije— Te tengo que preparar para los clientes…
    
    Estuvo como cinco minutos zamarreando el orto y clamando por la pija; yo me fumé otro cigarrillo, ya un poco más conforme. Al final, y en el momento en que ella no lo esperaba para nada, la monté y la empomé de un saque. Dos o tres empellones fueron suficientes para ensartarla hasta la matriz, y sentir todo el calor maternal que Jazmín tenía para dar. ...
    ... Juro que gritó como una virgen, y, teniendo en cuenta lo que se estaba comiendo, era como si lo fuera. Estuvo como un minuto retorciéndose y arañando las sábanas, hasta que se dio por derrotada y empezó a decir, como quien delira:
    
    —Sos mi hijo… Sos mi hijo… Sos mi hijo…
    
    Que dijera eso me excitó más y en unos pocos bombeos más la llené de guasca. Se la saqué y me di cuenta que mi pija no se había puesto fláccida, apenas un poco más blanda, tanta era la calentura que yo tenía. Mamá había empezado a rezar:
    
    —Padre nuestro que estás en los cielos…
    
    Se la sentía apenas, pero me di cuenta que iba a decir la oración hasta el final. Yo me volví a tocar la poronga y, en apenas dos o tres minutos, la hice recobrar su grosor y su dureza poderosa. Metí el dedo medio y el índice en el culo de mami, que recién entonces se espabiló:
    
    —… y perdona nuestras deudas… ¡No hijito, no! ¡No le rompas el culo a mamita, no seas malo! ¡Tenés tres putas más para reventarlas! ¡Entendelo, hijo, tenés demasiado choto! Vas a hacer sufrir mucho a mami…
    
    Me puse el dedo en los labios, llamándola a silencio y sin dejar de hacer mi trabajo. Ella abandonó el rezo y volvió a sollozar:
    
    —Es mucha pija, amor… Sos demasiado macho… Sos demasiado macho… Ay, Diosito, ayudame… No voy a aguantar el dolor… Ay, hijo, hijo, te pido perdón por ser puta. Pero no la revientes a mami… Ay, tengo mucho miedo… Le tengo miedo a tu pija…
    
    La dejé hablar todo lo que quisiera, preparándome para la doma final… 
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