1. Historia del chip 020 - Se aprietan las tuercas - Irma 005


    Fecha: 14/01/2019, Categorías: Incesto Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos

    ... En cierto modo, seguirías intacta, dijo Galatea con sorna. No dejaba de acariciar el objeto del debate concienzudamente.
    
    —Son extremadamente caros con las nuevas leyes. No podría pagarlos— argumentó Irma, creyendo que no parecería una queja.
    
    —Tienes razón... pero estarás tan atractiva con unos colgantes. Encontraremos la manera— dijo Galatea con aire de súplica.
    
    Los lóbulos de Irma estaban enrojecidos de haber sido manoseados tanto rato. Los dedos de la taimada Galatea fueron de nuevo a los pezones para alivio de su amante. Sabía que era el momento de dejar el tema.
    
    *—*—*
    
    Esperaron solemnemente a que terminasen de cerrarse los lóbulos. Y luego al día adecuado para simbolizar el nuevo acuerdo. Galatea preparó todo con esmero. Las dos en la bañera un sábado por la mañana y con todo el fin de semana libre. El kit de piercing estaba cerrado, junto a ellas. Se acariciaron con delicadeza. La piel mojada y brillante. Irma se colocó en la postura de atención y se centró en los dedos de Galatea que además de jugar con los pezones realizaban círculos por las mamas ofrecidas de Irma.
    
    —Voy a ponerte una venda, aunque sé que no abrirías los ojos. Es a modo de ritual. Luego procederé a perforarte el lóbulo derecho. Posteriormente el izquierdo. Lo haré todo con lentitud y ritmo pausado. Si te es posible, mantén la postura.
    
    Irma realizó un minúsculo gesto de asentimiento. La venda se posó sobre sus ojos y la habitual negrura se ahondó... Tuvo que esperar a que ...
    ... Galatea terminase de calibrar pacientemente los pezones antes de sentir el pinchazo en el lóbulo derecho. Fue repentino, sabía que iba a ocurrir porque los pezones se habían quedado solos. Consiguió quedarse quieta. El dolor resultó menor de lo esperado, pero no se mitigó como hubiera esperado. Unos leves instantes, unas leves caricias en las orejas, fueron las únicas sensaciones en sus necesitados lóbulos antes del desgarro.
    
    Deseaba con toda su alma que Galatea le acariciase la oreja o la zona del cuello cercana. Era como si las conexiones nerviosas se hubieran encendido de golpe. Todo el lado derecho desde la cabeza hasta los hombros parecía tener vida propia, independiente del resto del cuerpo. Cuando le perforó el lóbulo izquierdo, notó más dolor. O porque era más sensible o porque el punto elegido había tocado un nervio acerado.
    
    Sintió como Galatea acariciaba con extrema suavidad el borde a cada lado del cuello evitando cualquier punto demasiado cercano a las orejas. Volvió a los eternos pezones rígidos. Se quedó allí tanto rato que los brazos se le cansaron, a pesar de su costumbre. O podía ser que la intensidad de las sensaciones que tenía superaba su capacidad para procesar.
    
    —Eres perfecta, amada Irma. Quiero estar más rato así. Aunque sé que estás cansada. Luego te iremos a comprar algunas joyas para tus nuevos encantos.
    
    Galatea no pareció dar una orden, o así lo imaginó Irma, pero no pensaba moverse. Su culo hubiera sentido quién sabe cuánto tiempo las ...
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