1. ¡Mi hermana, mi mujer, ufff!


    Fecha: 20/01/2019, Categorías: Hetero Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... sacado de la bodega aquella misma mañana. Se las veía tan unidas como las recordaba de niñas.
    
    La sobremesa fue breve, las palabras se iban haciendo tan pesadas y lentas como el aire, un nuevo día cálido igual al anterior y probablemente al siguiente hasta que las tormentas de Agosto liberaran de su pesadez a la atmósfera del valle. Ana subió a acostar a los niños. A los diez minutos Gloria, que estaba sentada en mi regazo, siguió el camino de mi hermana después de despedirse de mí con una caricia en el pelo. Mi madre y yo comenzamos a charlar. Estaba contenta, como siempre que estábamos en el pueblo; parecía retroceder al pasado, recuperar algo de los tiempos más felices. Yo miraba el reloj y pensaba en lo que las dos mujeres estaban haciendo allí arriba. ¿Se habrían dormido ya? Mi madre hablaba pero no lograba escucharla con nitidez, no podía concentrarme. Afortunadamente se contentaba con que la respondiese a base de monosílabos. Estuvimos charlando durante un rato así, de esa manera tan extraña hasta que mi madre se calló. De repente me di cuenta de que se había dormido sobre el sillón con la cabeza levemente inclinada a un lado del respaldo; probablemente era sólo una cabezada, no dormía más que eso, pero aproveché incorporándome para subir arriba. Lo hice despacio, no quería que mi madre notara mi ausencia ni que desde arriba sintieran pasos en la escalera.
    
    Arriba todo era silencio y oscuridad, sólo una pequeña marca de de luz tenue se dibujaba en el pasillo. ...
    ... Venía de nuestra habitación que tenía como ayer la puerta simplemente entornada. Me acerqué lentamente y desplacé un poco la puerta. Estaban dormidas. Ana llevaba como la víspera unas braguitas sencillas, esta vez negras, que seguramente iban a juego con el sujetador que le había visto por la mañana, marcaban perfectamente su culo redondo y jugoso, su espalda estaba totalmente desnuda. Enfrente de él apenas a unos centímetros Gloria respiraba de manera suave. Se había quitado el tanga rojo que se puso tras salir de la ducha y su pubis perfecto parecía atraer como un imán la poca luz que se filtraba por las rendijas de la persiana. Llevaba un sostén rojo de encaje que abrazaba sus tetas por los laterales haciendo más profundo el precioso canalillo que se abría entre ellas. Estaban preciosas las dos. Dejando a un lado cualquier signo de prudencia decidí penetrar en la habitación para estar más cerca de ellas. Afortunadamente demoré un tiempo la decisión comprobando que no se oía nada en el piso de abajo, porque en el instante en que iba a empujar la puerta, mi mujer se agitó en la cama y abrió los ojos. Ana no debía estar del todo dormida porque se movió enseguida., estirando las piernas.
    
    ¿Tú tampoco puedes dormir?
    
    Un rato, pero hace más calor que ayer.
    
    Un poco más sí.
    
    Las dos se pusieron boca arriba en una estampa preciosa. Me pregunté si podrían verme desde su posición, pero el pasillo estaba totalmente oscuro y la puerta sólo mostraba una abertura de apenas tres o ...
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