1. ¡Mi hermana, mi mujer, ufff!


    Fecha: 20/01/2019, Categorías: Hetero Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... hermano me ha hablado de ti siempre, pero ahora te desea con una intensidad especial, cuando ayer le conté que llevabas cinco años a pan y agua se le puso de este tamaño, murmuraba entre dientes: si ella me dejara, si me dejara una sola vez....
    
    ¿Cómo le puedes haber contado eso?, ¡Qué vergüenza!
    
    Ana se giró de nuevo y comenzó a sollozar. Gloria se acercó a ella, se pegó a su cuerpo y la abrazó, su mano acariciaba el vientre de mi hermana en movimientos cada vez más largos que llegabas desde las tetas al pubis. Luego pasó su otro brazo bajo el cuerpo de Ana y la estrechó todavía más. Mi hermana se dejaba hacer temblorosa.
    
    No es malo cariño, es un hombre y tú una mujer. Los dos necesitados. Tú le deseas desde que eras una niña y ahora descubres que él a ti también. Te encantaría en la cama-
    
    Una de las manos de Gloria acariciaba suavemente los pezones de su cuñada, la otra había penetrado en sus braguitas y acariciaba su culo. Ana se dejaba hacer como ausente, como si estuviera pensando en algo más importante que lo que le sucedía a su cuerpo.-
    
    Tiene una verga de impresión y cada vez se le pone más dura.
    
    Mi hermana se zafó de las caricias de Gloria y volvió a ponerse de costado frente a ella.
    
    Si es tan hombre, ¿por qué no le dejas que entre dentro de tí?
    
    Mi mujer la miró mientras le acariciaba el pelo, como se hace con una muñeca. Parecía estar pensando lo que le iba a decir. Al final habló.
    
    Porque yo creo que a mí ya me gustan más las ...
    ... mujeres.-
    
    Casi no había terminado la frase cuando con la mano con la que la acariciaba atrajo la cabeza de Ana a la suya y le estampó un beso en la boca, suave pero decidido. Mi hermana parecía querer separarse de ella pero sin fuerza, sin determinación, y el beso se prolongó durante varios segundos mientras. Mi corazón empezó a palpitar de manera peligrosa y me pareció oír un ruido en el inicio de las escaleras. Retrocedí y las bajé despacio. Mi madre estaba abajo levantada, venía del patio en donde creía que yo me encontraba. Le di una excusa burda para mi ausencia mientras mi cabeza seguía girando en torno a las dos mujeres de allá arriba.
    
    La tarde se prolongó innecesariamente y cuando ambas bajaron intenté ver algo nuevo en sus miradas sin conseguirlo, parecían relajadas y tranquilas. Al poco rato Ana subió de nuevo a despertar a los niños y pronto todo se convirtió en una algarabía. Decidí volver al trabajo de las puertas para distraer mi cabeza pero las imágenes me asaltaban de cuando en cuando mientras mis manos como autómatas, lijaban allí o ajustaban allá. Poco después llegó la cena, en donde todo el mundo parecía estar especialmente animado, salvo yo supongo.
    
    Cuando por fin llegó la hora de acostarse me acerqué a Gloria cariñosamente y le agarré de la cintura. Ella no me rechazó, sonreía. Su piel estaba tibia y algo en su tacto recordaba al agua, a las pequeñas olas del mar que antes de romper en la orilla te levantan un instante del suelo. Me sentía ingrávido con ella, la ...
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