Colegiala de la Ubam − Segunda Parte - Relatos Eróticos

Colegiala de la Ubam − Segunda Parte

... fue de lo más normal, con excepción de que me veían raro, tal vez porque iba uniformada y el de traje, o por la hora o que se yo, no le tome mucha importancia, así es que solo me dedique a disfrutar de la cena, que hasta ese momento era más romántica que otra cosa. Platicábamos y reíamos, se nos fue el tiempo entre platica y platica, salimos del restaurant, y como hacia un poco de frio me abrigo con su saco, nos dirigimos a su camioneta y una vez más nos comimos a besos, mientras nos acariciábamos nuestros cuerpos, obvio el no perdía el tiempo ni la oportunidad de acariciarme mi panochita mojada, de meterme un par de dedos, y yo solo me dejaba querer. Obvio que también le respondía sus caricias.

Bien dijo el cuándo nos repusimos de esa atascada. ok nena a dónde quiere ir la princesa??

Yo: ¡a donde tú quieras mi amor!! Le decía poniendo carita chiqueada y tierna.

Julio: ok amor, entonces acompañame. ¿Sabes a dónde?

Yo; ¿a dónde mi amor?

Julio: quiero cogerte en el mismo hotel donde te entregaste a tu profe. ¿Qué dices??

Yo: claro amor, ¿pero dime sabes dónde queda el hotel??

Julio: ¡no, pero por eso tú me guiaras!!

Yo: claro amor, ¡anda que ya quiero que estemos juntitos!!

Julio prendió la camioneta y nos dirigimos hacia el hotel, pues no quedaba muy lejos, llegamos a escasos 20 minutos.

Antes de llegar al hotel, le pregunte:

Yo: ¿Julio porque quieres hacérmelo aquí en este lugar??

Julio: porque me excita muchísimo imaginarte en aquel día ...

... que lo hiciste con tu profe, además de que ahora tu eres mi putita. Y quiero que recuerdes ese día, y que compares aquella cogida con la que te voy a dar esta noche mi amor.

Me quede perpleja con su respuesta, pues no me la esperaba así de golpe.

Cuando entramos al hotel, la chica de la recepción ni pio dijo, ¡pues al parecer yo creo que me reconoció por aquella vez!! Pago la renta, nos dio la llave y el control de la televisión y nos fuimos a la habitación. Mientras caminábamos el me abrazo por atrás y me restregaba su bulto ya erecto, yo entendí y me paraba de repente o hacia que se me caía cualquier cosa para agacharme, pues sabía muy bien que eso lo excitaría aún más, me daba unos repegones de verga súper rico. Yo solo le decía; ahí mi amor ya quiero sentir esa vergota dentro de mí, y él me respondía con un par de nalgadas.

Entramos a la habitación, prendió la luz, y ahí estaba la misma imagen del cuarto como aquel día. La cama, la alfombra, la televisión, el cuarto iluminado al igual que el sanitario.

Cerro la puerta y yo corrí en modo de juego hasta la cama, me tumbe boca abajo dejándole ver todas mis piernas y mis nalgas bien paradas, el llego a acostarse sobre mí, me quito la mochila y empezó con besos tiernos a recorrer mis lóbulos y mi cuello.

Nos empezamos a besar, a acariciar, a tocar, a morder, a cachondearnos súper rico, no aguante más y empecé a quitarle la camisa de un solo golpe pues no me importo nada, cuando vi su abdomen desnudo frente a mí, ...