Mari Carmen, una madre muy ardiente. 8
Fecha: 26/01/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: hagen2012, Fuente: SexoSinTabues
... erección. Husmea el aire, porque en el aire huele a sexo, a sexo de su tía, y a su propio y desbocado sexo. Se siente bien, muy bien, y la sonrisa que su tía le dedica aumenta más su bienestar. Pocos minutos después, Mari Carmen se levanta y empieza a recoger su ropa tirada por el suelo, no sin antes limpiarse cómo puede el semen derramado por su sobrino que le mancha la cara y partes de su cuerpo. Bernardo, anonadado por la excitación que le produce ver a su tía totalmente desnuda, mira como ésta se va poniendo las bragas, luego el sujetador, y finalmente el resto de ropa. No dice nada, siente que no debe hacerlo. Mari Carmen, ya vestida, con el bolso en una mano, se acerca a él. -Bueno, Bernardo, debo irme ya. - dice la cuarentona. Y como el chico no contesta, continúa- No tengo que decirte que no hables de esto con nadie. No eres tonto. -Claro que no lo diré a nadie, tía. - contesta al fin Bernardo, levantándose, desnudo y con la verga ligeramente hinchada- Pero…podríamos… ¿volver a vernos? Me ha gustado mucho estar contigo, tía. -Claro que sí, no lo dudes, a mí también me ha gustado mucho estar contigo, Bernardo. Pero por ahora, intenta no pensar mucho en mí y ya veremos, seguro que un día de estos vuelvo por aquí y nos divertimos otra vez. La mujer se va. Definitivamente, se marcha. Bernardo la sigue hasta la puerta. -Tía Mari Carmen…- la llama. Y Mari Carmen se vuelve hacia él y lo besa en la boca, moliéndole la lengua con su propia y experimentada lengua de cuarentona ...
... cachonda. El muchacho cree derretirse de gusto, pero aún tiene voluntad para meterle mano a su tía. Y lo hace. Introduce su mano derecha bajo la falda de Mari Carmen y, durante todo el largo rato que dura el beso, Bernardo está manoseándole el culo. Al fin, las bocas se separan. Mari Carmen abre la puerta y Bernardo se esconde, no sea que alguien lo vea desnudo. La cuarentona sonríe una vez más antes de cerrar la puerta y cuando lo hace, susurra: -Adiós, Bernardo, ahora tengo que volver a casa. Me has sido muy útil, porque ahora sé lo que tengo que hacer. Lo sé sin lugar a dudas. Y la mujer de cuarenta y cinco años, con los bordes de su minifalda ondeando al viento del atardecer, se aleja de la casa, en busca de su coche. Su casa, su hijo y su hija, la esperan. En su mente derretida por el placer y por el vicio, una sola imagen, la de la enorme y poderosa polla de su hijo Pablo. La tarde ha avanzado un poco. Nos encontramos en la casa de Mari Carmen, una bonita casa de clase media, rodeada de jardín. Nos introducimos, como ladrones invisibles, en la casa y nos detenemos en la habitación principal, en dónde podemos ver a dos jóvenes. Un chico y una chica. Ella es una jovencita de veinte años, de pelo corto y trigueño. Está desnuda. Su cintura no está muy marcada, sus tetas no son muy grandes, pero no está mal. Junto a ella, también desnudo, está el chico, menor que ella. Tiene un buen cuerpo y, sobre todo, una buena polla bueno, en realidad, tiene una polla enorme, increíble. ...