Mis cuentos inmorales. (Entrega 35)
Fecha: 13/08/2017,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Febarsal, Fuente: CuentoRelatos
... redondito y algo respingoncito le iba a encantar a Raúl. Estaba segura.
¡Qué impresión madre mía! ¡Qué pedazo de tío! La simbiosis fue fulminante. "Nos enamoramos en el acto"
El apartamento de Raúl era una monada. El marco apropiado para perder mi virginidad. Todo lo veía de color de rosa. Me sentía muy mujer, y con mis ansías a punto de estallar mi corazón.
¡Qué cosa más delicada de hombre! ¡Qué dulzura, qué tacto, qué sensibilidad!
Es tu primera vez, ¿verdad? Me susurró al oído.
-Si -Sólo pude decir, porque sus labios se habían aferrado a los míos y su lengua buscaba entre las profundidades de mi boca. Sentí una sensación extraña pero muy agradable que me dejó abatido. Apreciaba en la piel de mis labios la espereza de su barba, y sin poder remediarlo, tuve la erección más salvaje que no recordaba ni a los 18 años.
Me dijo con voz muy queda, a la vez que me metía el dedo corazón de su mano derecha en mi ano.
-No te preocupes amor, que, aunque eres virgen no sentirás nada más que placer.
Y así fue. Me colocó de rodillas, suavemente dobló mi cintura y me sitúo de tal forma que mi redondito culete quedó totalmente rendido a sus caprichos.
Suavemente... muy suavemente circundaba mi ano con sus dedos en movimientos tan acariciadores que empezaba a sentir un cosquilleo muy parecido al placer. Transcurrieron unos momentos deliciosos, aquello era un cúmulo de sensaciones maravillosas.
-Ponte esta almohada entre el pecho y el vientre. Me dijo Raúl a la ...
... vez que me daba un cojín de terciopelo granate. Así lo hice, y me aferré desesperadamente a ese almohadón, presentía lo que se avecinaba.
¡Ohhhhh Dios mío! ¡Qué prodigio! ¡Qué portento! ¡Qué maravilla! Recuerdo y se me saltan las lágrimas de emoción al evocar aquella escena. Los testículos de Raúl repicaban en mis nalgas como dos campanas y por mi ano se desbordaban una cascada de emociones indescriptibles. Las manos de Raúl apretaban desesperadamente "mis cachas", los movimientos se hicieron convulsivos, como queriendo destrozarme el culo. Le bastó media docena de envites de mayor a menor intensidad para vaciar en mis entrañas un torrente de semen que sentía como se deslizaba por mis intestinos.
El almohadón de terciopelo granate, se vistió de blanco. Fue el fiel testigo mudo del placer más inmenso que he recibido en mi vida.
Segunda parte
Después de hacer el amor. Después de que consiguiera que mi mente comprendiera lo extraordinario que es saber lo que una mujer siente ante el abrazo de su hombre, se creó en mí una pequeña confusión: tenía muy claro que deseaba volver a ser mujer otra vez en sus brazos. Sentir aquellos besos en los que me concebí rendida y abandonada en su regazo; que volviera a penetrar mi ano hasta lo más hondo de sus profundidades, y bañar mis intestinos con su torrente de semen. ¡Y aquellos besos después del acto! Cuando todas las pasiones quedan dirimidas y se tiende al hastío; fue quizás el momento más entrañable; pues si antes de amarme ...