1. Cambiador número dos (Parte final)


    Fecha: 03/02/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: , Fuente: CuentoRelatos

    ... año y jamás me miraste.
    
    Esto último sí que me extrañó. Pensé que me estaba haciendo una joda, o que estaba tramando alguna jugarreta y querría hacerme confesar una burrada sexual que luego me podría costar el mismísimo empleo.
    
    ―No digas locuras, Nancy. ¿De qué hablás? Vos tenés novio... Además, no puedo andar diciendo si te miro o no el culo.
    
    Ya me había puesto nervioso. La verdad es que sentía mucha desconfianza.
    
    ―Y ¿cómo lo tengo? ―preguntó en santiamén―. A ver si no mentís...
    
    ¡Dios mío! De pronto, entre el susto que sentía y los nervios que me acogotaban, noté que esa pregunta impactaba en mi bajo vientre. No pude más que pensar que estaba loco y nunca terminaba de escarmentar.
    
    ―No entiendo... ―balbuceé incómodo. No podía dar crédito al comportamiento de mi compañera―. ¿Qué querés que te diga, Nancy? Si te lo describo, vas a pensar que soy un degenerado.
    
    ―¿Cómo lo tengo? ―repitió con tono agresivo.
    
    “Tengo que resolver esto”, me dije en un segundo. Algo me hacía suponer que Nancy estaba preparándome una trampa.
    
    ―Lo tenés lindo ―respondí de modo gentil, sintiéndome tonto.
    
    ―Eso confirma mi teoría: me crees tonta...
    
    ―¿Qué se supone que tengo que decirte...? ―exclamé―. Me ponés nervioso.
    
    ―Jimena te mostró el culo, ¿verdad? La muy puta... ¿Te lo mostró?
    
    ―No, qué... No, cómo me va a mostrar el culo, Nancy. Qué decís, por Dios. Jimena es lesbiana... o ¿no te acordás?
    
    ―Sí, me creés tonta... ―insistió―. No importa si tengo novio. ...
    ... Quiero que me muestres lo que hacías con Jimena en el cambiador... O ¿creés que no me di cuenta?
    
    “La puta madre... ¡Estoy frito!”, pensé.
    
    ―A ver, dale... ―agregó. Su voz adquirió un matiz picaresco―. Decime qué hacen en el cambiador.
    
    ―Nada, Nancy. ¡Te juro!... Nunca entramos juntos... ―confirmé como un mamerto―. Unas fotos nomás. Eso, nada más...
    
    ―¿Unas fotos?... ¿Qué significa eso? A ver, mostrame...
    
    Y se dirigió al cambiador número dos. Descorrió la cortina y me miró expectante. Yo me quedé clavado en la banqueta, detrás del mostrador. “¿Qué mierda se propone?”, me dije asustado. “Me va a chantajear... No lo puedo creer”.
    
    ―Vení para acá ―dijo con tono grave.
    
    Y yo tuve que acceder. Abandoné la banqueta y decidí acercarme. Ella me vio y agregó:
    
    ―Traé el teléfono, obviamente.
    
    “Dios, Nancy es re puta”, pensé. A pesar de que me sentía asustado, mi pija estaba parada. Tomé el teléfono celular, que estaba sobre el mostrador, y fui al encuentro de Nancy. Ella estaba parada en la entrada del cambiador.
    
    ―Metete ―me ordenó.
    
    Jamás alguien me había dado una orden así. Me provocó morbo eso.
    
    Me metí con la cabeza gacha, arrastrando los pies.
    
    ―¿Qué hacías? ―preguntó―. Todavía no entiendo...
    
    ―Fotos... Ya te dije.
    
    ―Bueno, a ver. Mostrame qué fotos. No hay nadie que pueda interrumpirte...
    
    ¿Nancy había seguido cada uno de mis pasos con Jimena? Me sentí prácticamente humillado, a la vez que perdí todo dominio de la situación.
    
    ―¿Enfrente tuyo? ...
«1234...»