1. Estoy completamente loco por mi hija


    Fecha: 14/08/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: cunegundo, Fuente: CuentoRelatos

    ... ello prácticamente no me despegaba de ella. Desayunábamos, comíamos y cenábamos. Íbamos al cine. Paseábamos en el autobús.
    
    Creía que la tenía controlada pero no era así. Seguía recibiendo llamadas telefónicas y sonando el timbre de la casa.
    
    La única solución era dormir en el mismo cuarto. Así impediría que pudiese acostarse con alguien.
    
    Así no volvió a entrar nadie en esa habitación. Pero a veces me parecía que había caído en una trampa de la perversa de mi hija. Lo notaba por la forma en que me miraba.
    
    No tenía tiempo para vivir en mi intimidad. Ni siquiera podía desahogarme sexualmente. Ella aparecía todo el día con camisones, en lencería, con bikinis, pijamas transparentes o incluso desnuda o con pantalones ajustados y camisas perfumadas. Me provocaba así constantemente. Esto hacía que no pudiese reprimir esa sexualidad potente que tengo.
    
    Una vez salimos a pasear. Ella me dijo:
    
    —Te has dado cuenta de cómo te estamos mirando.
    
    —¿Quiénes? -respondí.
    
    —Todas.
    
    Desde que iba a con mi hija a todas partes mi pene colgaba anhelante y dispuesto a tener una erección en cualquier momento. Llevaba más de dos semanas sin masturbarme.
    
    Nos sentamos en una terraza y nos tomamos unos refrescos. La joven de la mesa de al lado no me quitaba el ojo. Sentí que la pierna de la chica se apretujaba contra la mía y sentí también la pierna de mi hija. Una a cada lado. Alcancé una erección al cien por cien y no me podía levantar de la silla.
    
    Al llegar a casa no podía ...
    ... más. Mi hija se quedó con una camiseta y unos pantaloncitos cortos de los que asomaba un tanga o eso me pareció a mí. Pero la verdad es que no llevaba nada. Yo no podía más. Estaba enloquecido.
    
    Cogí a mi hija y la llevé hasta su cama. Le bajé definitivamente el pantalón. Ella intento resistirse. Metí directamente sin más mi pene dentro de su vagina. Y me corrí. Estaba empapado. Su coño estaba empapado. Note sus contracciones. Sus corridas. ¡Había caído en su trampa!
    
    Salí de ella y descansamos un rato. Ella se tiró a por mí polla, larga ancha y dura. Sonaba a leche. Su mano estaba sucia de mí. Me la chupaba. Se la metía hasta el fondo. Le follaba la boca. Se ahogaba. Se la metía hasta el fondo o me la follaba yo. Sus jadeos eran salvajes. Como los míos.
    
    Se detenía un momento y me decía:
    
    —¡pero que guapo eres cabrón!
    
    La obligué a chuparme los huevos y ella me los olía. Me chupaba el culo porque me encantaba. Y le ponía la polla y el culo para que me los comiera. Volví a correrme dejándole el cuerpo empapado. Las sabanas y la ropa en el suelo se le quedaba pegada a su piel.
    
    Le comí sus tetas, su cara, su boca, sus pies, sus manos, sus axilas y ella las mías. Metí mi polla entre sus tetas. Luego se la metí. Me la folle. Mi polla ancha y larga al cien por cien. Ella encima de mí mirándome la cara y llena de mí hasta saciarse una y otra vez. Ella gritaba y gritaba. Me corrí y la inundé. Se la saqué y se la metí por el culo sin su consentimiento. Ella se estremeció. ...