1. El Secreto De Mi Compañera | Parte 1


    Fecha: 07/09/2025, Categorías: Transexuales Autor: Altheros, Fuente: SexoSinTabues30

    ... traicionera, incontrolable. Por suerte estaba sentado, y la mesa me ofrecía la protección suficiente para ocultar lo que me estaba pasando. Aun así, la tensión era insoportable.
    
    Cuando avanzó hasta la última fila y se dejó caer en el asiento junto a mí, el aire se volvió más pesado. No saludó con palabras, solo un gesto breve de cabeza mientras sacaba su cuaderno y una lapicera. Luego, con una voz apenas audible, se disculpó con nosotros tres por la demora, agregando con un dejo de risa nerviosa que había tenido “un inconveniente en la ducha”. Esa frase se me clavó en la cabeza como un puñal. ¿Qué clase de inconveniente? ¿Qué había pasado ahí dentro? La imagen de ella desnuda, bajo el agua, me atravesó con una claridad brutal.
    
    Mientras tanto, Mikeila se acomodó como si nada, enderezando su falda, que hoy era visiblemente más corta que la del día anterior. Sus muslos, firmes y redondos, quedaban aún más expuestos sobre el asiento, realzados por esas mismas medias altas que parecían hechas a medida para remarcar su grosor. Intenté mirar hacia el frente, obligarme a tomar apuntes como ella, pero cada vez que bajaba la vista, mis ojos se escapaban hacia la suavidad de su piel blanca contrastando con el negro de la tela.
    
    La profesora seguía hablando al frente, pero yo ya no escuchaba una sola palabra. Todo mi cuerpo estaba atento únicamente a Mikeila, a su perfume fresco que me llegaba en oleadas, a la calidez de su presencia junto a mí. Me limité a fingir que escribía ...
    ... algo, con el corazón golpeándome fuerte en el pecho y la respiración contenida, como si ese simple acto de compartir el mismo banco se hubiera convertido en la prueba más difícil de mi vida.
    
    Mientras la profesora seguía hablando, yo apenas podía concentrarme en el sonido de su voz: todo mi foco estaba en Mikeila, a centímetros de mí. Sentía el calor de su cuerpo, el roce leve de su brazo contra el mío cada vez que movía la lapicera, y ese perfume fresco que me enloquecía.
    
    De repente, sin apartar la vista del pizarrón, ella inclinó apenas su cuaderno hacia mí. En la esquina de la hoja, con letras pequeñas, había escrito:
    
    —¿Me vas a seguir mirando las piernas todo el semestre?
    
    El corazón me dio un salto en el pecho. No sabía si estaba jugando o si de verdad me había descubierto. Me quedé helado unos segundos, hasta que ella giró un poco la cabeza y me lanzó una sonrisa cómplice, traviesa, como si disfrutara de verme tan expuesto. Tragué saliva, mi mano temblaba con la lapicera entre los dedos. Respondí en la misma hoja, torpe pero decidido:
    
    —¿Y si digo que sí?
    
    Ella leyó, se mordió el labio inferior y apoyó el codo en el banco, ladeando su cuerpo hacia mí. Esa cercanía me quemaba la piel. Guardó el cuaderno de golpe, como si nada hubiera pasado, y volvió a mirar al frente con total calma. Yo quedé ahí, paralizado, con mi miembro erecto y la mente hecha un torbellino.
    
    En el apuro de guardar el cuaderno de golpe, la lapicera de Mikeila rodó desde el cuaderno ...
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