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El Secreto De Mi Compañera | Parte 1
Fecha: 07/09/2025, Categorías: Transexuales Autor: Altheros, Fuente: SexoSinTabues30
Era mi primer día en la universidad y los nervios me estaban jugando una mala pasada. Yo venía de un pueblo chico, de esos donde todos se conocen y nada cambia demasiado. Había hecho el secundario en una escuela técnica, un ambiente áspero, lleno de gritos, golpes y poca calidez. Esa crianza me había dejado una marca: la timidez me envolvía como una coraza, y aunque deseaba encajar, me costaba horrores abrirme a los demás. Y ahora estaba ahí, en la ciudad. Todo era distinto: edificios altos, calles que nunca dormían y una universidad que parecía un hormiguero humano. Gente de todos lados, cada uno con su estilo, su voz, su manera de moverse. Nadie parecía reparar en el otro más que para intercambiar un saludo rápido o buscar compañía pasajera. Yo los miraba con una mezcla de curiosidad y desorientación, sintiéndome como un extraño que acababa de caer en un mundo nuevo. Había elegido estudiar Economía, una pasión que me acompañaba desde hacía años, aunque en ese momento todo lo que sentía era la incertidumbre de empezar de cero. Estaba sentado en el pasillo del segundo piso, esperando que abrieran el aula de Administración I. El lugar estaba abarrotado de estudiantes, todos en la misma situación: apoyados contra las paredes, charlando en grupos o simplemente revisando el celular. Fue entonces cuando, justo frente a mí, se sentó una chica. Entre tantas caras desconocidas, la suya me atrapó de inmediato, como si el ruido del pasillo se hubiera apagado solo para que ...
... pudiera verla. Ella estaba en un banco, recostada contra la pared con la mirada fija en su celular. El cabello castaño le caía en ondas suaves, un poco más abajo de los hombros, y cada vez que movía la cabeza, la luz del pasillo parecía jugar con esos reflejos. No alcanzaba a ver bien sus ojos desde mi ángulo, pero aun así había un destello que se filtraba entre sus pestañas largas, un brillo que me atrapó sin darme cuenta. Llevaba puesto un suéter cerrado de un rosa pastel suave, con una camisa blanca asomando por el cuello. A simple vista parecía una prenda inocente, discreta, pero no podía disimular lo que escondía debajo: un pecho generoso, imposible de pasar por alto. Aquella curva bajo la tela me golpeó de lleno, despertando en mí una mezcla incómoda de nervios y deseo. Al fin y al cabo, yo venía de una escuela técnica donde las únicas mujeres eran unas pocas maestras, y nunca había estado tan cerca de alguien así. Se la veía menuda, de baja estatura, quizá no llegaba al metro sesenta. Llevaba una falda que caía hasta un poco más arriba de las rodillas, lo suficiente para que sus medias altas marcaran un contraste sugerente contra la piel. Fue ahí cuando mis ojos se detuvieron en sus muslos: redondeados, firmes, con esa plenitud que la tela apenas lograba contener. Una parte de mí la devoraba con la mirada, como si mis ojos quisieran recorrer cada centímetro de su cuerpo sin permiso. Pero la otra, más fuerte y cruel, me susurraba que era imposible, que una chica así nunca ...