Ayudando a Isabel con sus sesiones 6 - Relatos Eróticos

Ayudando a Isabel con sus sesiones 6

... arrodilló frente a ellas, su cabeza gacha.—¿Qué desea, Señora?

Mónica intercambió una mirada con Isabel, que asintió ligeramente.—Quiero que nos demuestres tu sumisión, Roberto. De la manera más íntima que conozcas.

Roberto no necesitó más instrucciones. Se inclinó hacia adelante, su boca buscando los pies de Mónica. Con cuidado, comenzó a besarlos, sus labios rozando la piel suave de sus tobillos, subiendo lentamente hacia sus pantorrillas. Mónica cerró los ojos, sintiendo una oleada de placer al verlo tan sumiso, tan dispuesto a complacerla.

Isabel observó con satisfacción, su mano deslizándose bajo su falda para tocarse discretamente.—Mónica, ¿por qué no le das un poco más de instrucciones? Haz que sepa exactamente lo que quieres.

Mónica abrió los ojos, su mirada encontrándose con la de Roberto.—Quiero que me beses los pies, Roberto. Y que uses tu lengua para demostrarme cuánto me deseas.

Roberto obedeció sin dudarlo, su lengua húmeda y cálida recorriendo cada centímetro de los pies de Mónica. Ella suspiró, su cuerpo respondiendo al espectáculo de su sumisión. Isabel, por su parte, se inclinó hacia adelante, sus dedos jugueteando con el borde de la lencería de Roberto.

—¿Y qué hay de mí, Roberto? ¿No crees que también merezco tu atención?

Roberto levantó la cabeza, su mirada llena de deseo y desesperación.—Por supuesto, Isabel. Lo siento, no quise ignorarte.

Isabel sonrió, su voz suave pero firme.—No te preocupes. Solo asegúrate de ...

... compensarlo.

Roberto se movió hacia Isabel, repitiendo el mismo ritual con sus pies. Su lengua trabajaba con dedicación, su cuerpo temblando ligeramente por la excitación que no podía liberar. La jaula de castidad era un recordatorio constante de su sumisión, de su incapacidad para alcanzar el placer que tanto anhelaba.

Mónica observó, sintiendo cómo su propia excitación crecía. Se inclinó hacia Isabel, sus labios rozando su oído.—¿Crees que está listo para más?

Isabel sonrió, su aliento cálido en el cuello de Mónica.—Creo que sí. Pero primero, quiero que nos demuestre cuánto nos desea.

Mónica asintió, volviéndose hacia Roberto.—Roberto, quiero que uses tu boca para complacernos. Pero recuerda, tu jaula sigue allí. No tienes permiso para disfrutar.

Roberto asintió, su rostro lleno de anhelo.—Como deseen, Señoras.

Se movió hacia Mónica, su boca buscando la suya. La besó con desesperación, su lengua explorando su boca con una intensidad que hizo que Mónica gimiera suavemente. Luego se volvió hacia Isabel, repitiendo el beso con la misma pasión.

Isabel lo guió, sus manos enredadas en su cabello.—Ahora, Mónica, es tu turno de tomar el control. ¿Qué quieres hacer con él?

Mónica sonrió, una idea formando en su mente.—Quiero que me demuestre su sumisión de la manera más profunda. Quiero que me penetre con su lengua, pero no en mi boca.

Isabel sonrió, comprendiendo inmediatamente.—¿Quieres que te lama el ano, Mónica?

Mónica asintió, su rostro enrojecido pero ...