Viaje para reconectar con la naturaleza, y terminamos conectando nosotros
Fecha: 14/09/2025,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: elifsexy, Fuente: RelatosEróticos
... sentir su erección, dura e inconfundible, a través de sus pantalones.
Fue un torbellino después de eso. Las manos por todas partes, la ropa volando por la habitación. Me tumbaron en la cama más cercana, las sábanas ásperas rozando mi espalda desnuda. Él se concentró en mi boca, besándome con una urgencia que me mareaba, mientras sus manos recorrían mis pechos pequeños, pellizcando mis pezones hasta hacerme gemir. Ella, por su parte, se dedicó a explorar mi cuerpo con su boca, bajando por mi estómago hasta llegar a mis muslos. Me abrió las piernas sin prisas y se hundió entre ellas, su lengua encontrando mi clítoris con una precisión devastadora. Era experta, sabía exactamente cómo mover la lengua, cómo succionar, cómo hacer que mis caderas se alzaran del colchón buscando más contacto.
Mientras ella me comía, él se colocó a un lado, y con una mano me guió la cabeza hacia su entrepierna. «Chúpamela, Val», ordenó, y su voz era áspera por el deseo. Lo hice, tomando su verga en mi boca. No era enorme, pero era gruesa, perfecta, y sabía a sal y a piel. Mientras yo me movía arriba y abajo, él gemía y sus dedos se enterraban en mi cabello. Ella no se detenía, y la sensación dual de su lengua en mi sexo y su verga en mi boca me estaba llevando al borde rápidamente.
Pero no me dejaron venirme. Él se retiró bruscamente y me dio la vuelta, poniéndome a cuatro patas sobre la cama. Ella se colocó frente a mí, ofreciéndome su sexo. «Ahora tú», jadeó, y me sumergí en ella, ...
... saboreando sus jugos, mientras sentía cómo él se posicionaba detrás de mí. La entrada fue un poco brusca, un golpe de calor y estiramiento que me hizo gritar contra el sexo de ella. Él comenzó a moverse, con embestidas profundas y regulares que hacían crujir la cama. Cada empujón me empujaba contra la cara de ella, y yo, atrapada entre los dos, era solo un torrente de sensaciones.
Cambiamos de posiciones como en un baile sucio y perfecto. En un momento, ella estaba debajo de mí, y yo le lamía los pechos operados, grandes y firmes, mientras él me penetraba por detrás, agarrándome de las caderas con fuerza. En otro, yo estaba montada sobre él, cabalgándolo mientras miraba cómo ella se masturbaba a un lado, con los ojos fijos en cómo su verga entraba y salía de mí. El sonido de nuestros cuerpos sudorosos chocando, nuestros gemidos y jadeos, llenaban la habitación barata, transformándola en el lugar más lujurioso del mundo.
Finalmente, él me tumbó de espaldas y abrió mis piernas. «Quiero verte venir», gruñó, y comenzó a follarme con una intensidad feroz, mientras ella se inclinaba para besarme y masajeaba mis pechos. Yo estaba tan cerca, tan increíblemente cerca. «Dame tu leche», le supliqué, y eso lo empujó por el precipicio. Con un gruñido ronco, se vino dentro de mí, caliente y profundo, y ese sentimiento, combinado con los dedos de ella trabajando mi clítoris, me hizo estallar. Mi orgasmo fue violento, un terremoto que me sacudió hasta los dedos de los pies, gritando su nombre y ...