1. Sufrí para que mi Madrastra me diera culo, y ahora ella me busca a mi


    Fecha: 15/09/2025, Categorías: Incesto Autor: thormento, Fuente: RelatosEróticos

    Todo empezó un domingo cualquiera en esa casa de mierda en Austin. Mi viejo se había ido a visitar a unos primos en Houston, y yo me quedé cuidando el jardín como siempre. Karen, mi madrastra, esa gringa de 55 años con un culo que no parecía de su edad, estaba tomando sol en el patio con ese bikini diminuto que siempre usaba cuando papá no estaba.
    
    Yo, con 20 años y una calentura que no me dejaba pensar, me pasé como tres horas podando el césped frente a ella solo para ver cómo se movía cada vez que se ponía bronceador. La cerveza ayudó a que las cosas se pusieran interesantes.
    
    «Antonio, ¿puedes ponerme bloqueador en la espalda?», me dijo con esa voz de gringa que todavía no dominaba bien el español.
    
    Claro que sí, Karen», le contesté, tratando de no parecer demasiado entusiasmado.
    
    Sus manos temblaron un poco cuando le empecé a untar la crema, y no era por el frío. Hice como que no me daba cuenta y seguí bajando, pasando por esa cintura que todavía se mantenía firme hasta llegar al borde de su bikini. «Aquí también, por favor», murmuró, y ahí supe que la cosa iba en serio.
    
    Mis dedos se metieron un poquito bajo la tela, suficiente para sentir lo caliente que estaba. Ella dejó escapar un gemidito y giró la cabeza para mirarme. «You’re playing with fire, boy», me dijo, pero no me detuvo.
    
    Fue entonces cuando le solté al oído: «Sé que el viejo no te llena, Karen… Yo puedo hacerlo mejor».
    
    Ella se mordió el labio y por un segundo pensé que me iba a mandar a la ...
    ... mierda. Pero en vez de eso, me agarró la mano y me la puso directamente sobre su concha, encima del bikini. «Prove it», desafió.
    
    No hizo falta más. La levanté del sillón como si pesara nada y la llevé directo a su habitación, esa que compartía con mi papá. Fue raro por un segundo, pero el olor a su perfume y ver cómo se quitaba el top me hicieron olvidar cualquier remordimiento.
    
    Sus tetas caían un poco, como era de esperar a su edad, pero todavía estaban firmes y con unos pezones rosados que se pararon en cuanto les pasé la lengua. «Fuck yes, just like that», gemía, mientras le mordía y chupaba como si fuera una chica de mi edad.
    
    Cuando bajé mi mano a su bikini, noté que ya estaba empapada. «Someone’s excited», le dije en su idioma, y ella solo se rió nerviosa. «Shut up and fuck me already».
    
    Pero yo no iba a hacer las cosas tan fáciles. Le bajé el bikini lentamente, dejando al descubierto ese cuerpo que seguramente había volado muchas cabezas en su juventud. Su pubis estaba depilado, algo que no me esperaba, y cuando le metí dos dedos de golpe, arqueó la espalda como una gata en celo.
    
    «Not yet, boy… I want something else», jadeó, dándome la espalda y empinándose sobre la cama. «Aquí», ordenó, señalando su culo con una palmada que hizo temblar esas nalgas que llevaba semanas deseando.
    
    No me lo tuve que pensar dos veces. Le escupí directamente en el hoyo y empecé a abrirla con los dedos, sintiendo cómo se contraía alrededor de ellos. «Relájate, puta», le dije, y ...
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