1. Llamas prohibidas


    Fecha: 18/09/2025, Categorías: Erotismo y Amor Autor: piel de sombra, Fuente: CuentoRelatos

    ... juego —respondió, su voz más grave de lo habitual, casi un murmullo—. Hay límites que no se cruzan.
    
    —¿Y si yo quiero cruzarlos? —replicó ella, acercándose aún más, hasta que el calor de su cuerpo era casi palpable.
    
    Carlos cerró los ojos por un segundo, luchando contra el deseo que lo consumía. Pero cuando los abrió, la vio allí, tan cerca, con los labios entreabiertos y un brillo en los ojos que lo desafiaba a rendirse. Sin pensarlo más, la tomó por la cintura y la atrajo hacia él, besándola con una intensidad que llevaba semanas reprimida. Laura respondió con la misma urgencia, sus manos deslizándose por el pecho de él, desabrochando un botón de su camisa con dedos temblorosos.
    
    El escritorio se convirtió en su refugio. Carlos la alzó con facilidad, sentándola sobre la madera mientras sus manos exploraban la suavidad de su piel bajo la blusa. Laura dejó escapar un gemido suave cuando él besó su cuello, descendiendo lentamente hacia el escote. La lluvia seguía cayendo afuera, amortiguando cualquier sonido que pudiera delatarlos. Cada caricia, cada roce, era una transgresión, pero ninguno de los dos podía detenerse.
    
    El tiempo parecía detenerse mientras se entregaban a esa pasión ...
    ... prohibida. Laura deslizó sus manos bajo la camisa de Carlos, sintiendo los músculos tensos de su espalda. Él, con una mezcla de ternura y deseo, desabrochó los botones de su blusa, revelando la piel pálida que había imaginado en sus noches más inquietas. Sus labios se encontraron de nuevo, esta vez con una urgencia casi desesperada, como si temieran que el momento se desvaneciera.
    
    Cuando finalmente se separaron, jadeantes, el aula estaba en penumbra, iluminada solo por la luz tenue de una lámpara en el escritorio. Laura lo miró, con las mejillas sonrojadas y el cabello desordenado, pero con una sonrisa que decía que no se arrepentía de nada. Carlos, aun luchando por recuperar el control, le acarició la mejilla.
    
    —Esto no puede volver a pasar —dijo, aunque su voz carecía de convicción.
    
    Laura se inclinó y le dio un último beso, lento, prometedor.
    
    —Ya veremos, profesor.
    
    Se bajó del escritorio, recogió su cuaderno y salió del aula con una calma que contrastaba con el torbellino que dejaba en Carlos.
    
    Él se quedó allí, solo, con el eco de su perfume y el sabor de sus labios aún en la piel. Sabía que había cruzado una línea, pero en el fondo, no estaba seguro de querer volver atrás. 
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