Una follada antes de cocinar
Fecha: 22/09/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: Sarah Dafne, Fuente: CuentoRelatos
Me encontraba preparando una receta de galletas, quería que cuando mi esposo terminara de ducharse, pudiera sorprenderle con un rico postre. Le habían dado un descanso de una semana, y aunque ya teníamos planes para los siguientes días, decidimos que hoy permaneceríamos en casa para que él pudiera descansar.
Me encontraba leyendo el recetario cuando Keev bajó a la cocina, me rodeó la cintura con sus brazos y repegó su dura verga entre la división de mis nalgas.
—Keev…
—Dime.
—Las galletas —susurré, mi pensamiento ya estaba en el grosor palpitante de su miembro.
—Pueden esperar, Sarah.
Keev me agarró con fuerza de la cintura y llevó hasta la barra, hizo que apoyara mis manos sobre la superficie fría y entonces me dio un fuerte azote en el culo. Todo en mi cuerpo comenzó a vibrar. Procedió a quitarme la blusa, me desabrochó el sostén y al quitarlo mis enormes senos mostraron los botoncitos rosas que comenzaban a ponerse duros.
Keev me los apretó mientras frotaba su verga en mi trasero. Llevaba puesto solamente su bóxer negro y todo su cuerpo desprendía una agradable frescura recién duchada.
Me sujetó del cabello y comenzó a tirarme de él mientras sus caderas se movían en mi culo. Arriba y abajo, en círculos y empujando como si ya me estuviese follando. No pude resistirme y comencé a gemir.
—¿Te está gustando?
Asentí, provocando que el cuero cabelludo me doliera por el tirón, pues recordemos que la mano de mi esposo seguía agarrándome de ...
... ahí.
Tras varios minutos frotándose contra mi culo y besándome la espalda desnuda, Keev comenzó a bajarme los jeans de mezclilla y la braga que tenía puesta. De haber sabido que no comeríamos galletas habría optado por ponerme esas tanguitas transparentes que tanto me gustan (comentario: si vas a mi perfil encontrarás la fotografía de presentación con ese tipo de tanguita de la que te estoy hablando).
Después de quitarme absolutamente toda la ropa y también las sandalias de pedrería que llevaba puestas, me hizo abrir las piernas, se arrodilló y hundió su rostro entre mis nalgas para besarme el coño. El primer lengüetazo hizo estragos en todo mi cuerpo. Grité y me aferré con más fuerza a la barra mientras recargaba mi mejilla en la superficie.
Su lengua jugó con toda mi conchita, entró y salió como si me estuviese follando. Me chupó y lambió mi campanita mientras las uñas de sus dedos se clavaban en mis nalgas.
El cuerpo entero me comenzó a temblar, y pensé que conseguiría tener mi primer orgasmo de la mañana ahí mismo, sin embargo, Keev se detuvo y se puso de pie. Clavó una de sus manos en mi cabeza y me obligó a mirarle mientras volvía a pegar su verga cubierta por la tela del bóxer sobre mi culo.
—Tienes las mejillas rojas —el fantasma de su sonrisa me indicó que deseaba echarse a reír, pero como estábamos en un momento de “sumisión” pensó que reírse le restaría credibilidad a esa personalidad dominante.
Keev me acarició los senos con su mano libre, me tocó el cuello ...