1. El amor de mi esclava


    Fecha: 08/02/2019, Categorías: Grandes Series, Autor: charlygaucho, Fuente: CuentoRelatos

    ... que esta tarea había concluido, tomé sus hombros y la acosté boca arriba. Me dirigí al ángulo donde sus piernas finalizan, las abrí, me agaché, recogí las piernas y las levanté colocando sus tobillos sobre mi espalda. Tomé sus labios secretos y los separé y me lancé como un lobo hambriento sobre su sexo. Lo devoré de punta a punta, de arriba abajo y de abajo a arriba. Mi lengua penetró la calidez aterciopelada de su vagina, mis labios prensaron su clítoris, lo presioné con los dedos, lo acaricie, lo estiré, lo comprimí. Todo ello en medio de las sacudidas de su cuerpo gozoso, de las contracciones de su pelvis, de las taloneadas que soportaba mi espalda, todo ello con el sonido de fondo de sus quejidos y suspiros. Lo comí, lo seguí comiendo, absorbí en mis fauces sus jugos y fluidos, acaricié sus tetas, presioné y pellizqué sus pezones, la conduje y acompañé hasta el goce total de su orgasmo que sentí en la tensión de su cuerpo y en el grito que surgió desde el fondo de su vientre y emergió por su garganta.
    
    Esclareciendo
    
    Me relajé y nos relajamos. Uno al lado del otro. Nuestras respiraciones retomaron su ritmo normal. Nuestros corazones recuperaron su frecuencia habitual. Nuestras manos se estrecharon en un particular abrazo manual que comprimió nuestras palmas y nos permitió conferirle un sello muy personal a esa cogida de antología que habíamos tenido en esta mañana de ensueño.
    
    - ¿Desayunamos o te alcanza con la leche que te tomaste?
    
    - En realidad -dijo ...
    ... mirándome- quisiera que habláramos, pero no sé si hacerlo con el estómago vacío.
    
    - Creo que con lo que cada uno de nosotros tragó ninguno tiene el estómago vacío.
    
    - No sé donde podemos charlar mejor, si en la cama o en la mesa.
    
    - Vos sos la que sabés de que querés hablar, así que elegí el lugar.
    
    - Me parece mejor acá. Preparo dos cafés y los tomamos mientras charlamos. ¿Puedo?
    
    - ¿Conversar?
    
    - Preparar el café. Es tu casa. Dijo mientras se alejaba hacia la cocina. Hice ademán de correrla y azotarla, por lo que Claudia -al advertirlo- corrió hacia la cocina a preparar el café prometido.
    
    Trajo los cafés ya endulzados. Comenzamos a tomarlos. Claudia permanecía en silencio. Luego de largos instantes en los que debió de advertir que si ella no iniciaba la conversación yo no lo haría, se decidió a comenzar.
    
    - Necesito preguntarte algo. Necesito saber algo más. ¿Puedo?
    
    - Adelante.
    
    - ¿Qué es lo que buscás? ¿Adónde vas? ¿Para donde me llevás? ¿Adónde querés llegar?
    
    - Ufff, no sé si son un montón de preguntas o es una sola hecha de diferentes modos.
    
    - Sabés bien que la pregunta es una sola. Te estoy muy agradecida por todo lo que me enseñaste, me estás llevando por una nueva vida, por un camino desconocido, por sensaciones y experiencias que jamás tuve. Sé que me estás depositando una gran confianza y hago todo lo que puedo para merecerla y para estar a la altura que esperás. Tenés algo que me inspira una confianza infinita. Nuestro sexo es duro, rudo, fuerte, ...
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