1. El amor de mi esclava


    Fecha: 08/02/2019, Categorías: Grandes Series, Autor: charlygaucho, Fuente: CuentoRelatos

    ... juguetes e instrumentos. En derredor nuestro se podían ver un potro, una rueda, una cruz de San Andrés, otra rueda, pero diferente de la anterior ubicada hacia el centro, una mesa donde se ubicaban un conjunto de elementos, cadenas que colgaban del techo…
    
    Agarré sus muñecas y les coloqué las correspondientes muñequeras, que ajusté ni demasiado flojas para que se saliesen ni demasiado ajustadas que la comprimiesen demasiado. En sus pies y tobillos coloqué sendas botas que si ajusté adecuadamente. Tomé una venda y se la mostré.
    
    - A partir de que te coloque esta banda te vas a incomunicar del mundo exterior. Tu único contacto va a ser el sonido y tus oídos se van a agudizar mucho. Tu mente va a trabajar aceleradamente para tratar de adivinar -en base a lo que escuchás- lo que sucede. No te voy a amordazar porque quiero que puedas descargar tu tensión gritando y, a la vez, que te sientas segura de poder pronunciar la palabra de seguridad. Por otro lado también quiero gozar y deleitarme con tus gritos, tus gestos y las contorsiones de tu cuerpo, todo esto me va a excitar al máximo y posiblemente tenga que usarte alguna abertura tuya para satisfacerme. ¿Alguna pregunta?
    
    - Ninguna. Espero que tengas piedad de mí, que comprendas que es mi primera vez y que el destino me ayude. Adelante, soy toda tuya, dijo mirándome desde la profundidad de sus ojos húmedos que revelaban todo el temor que su cuerpo contenía ante lo que su mente imaginaba.
    
    Llevé a Claudia hacia la rueda ...
    ... hueca que estaba ubicada cerca del centro del salón. Frené el instrumento y la hice subir a dos pequeños escalones que estaban en la parte inferior interna de la rueda. Una vez que colocó un pie en cada escalón sus piernas quedaron totalmente abiertas, de manera que no podía acercar ni siquiera las rodillas. Até los mosquetones de sus botas a sendos enganches amarrados en la base de la rueda y luego hice lo propio con sus muñequeras. Quedó estirada formando una “X”. Tensioné un poco más los agarres de manera que se percibiera claramente la tensión de los músculos de brazos y piernas.
    
    - ¿Estás bien?
    
    - Sí, por ahora sí.
    
    - ¿Asustada?
    
    - Mucho.
    
    - Confiá en mí.
    
    - Te amo y sos la persona en la que más confío en este mundo. ¿Pensás que a cualquiera le dejaría hacer esto? Si no te tuviese toda la confianza ¿crees que me entregaría atada de pies y manos?
    
    Me acerqué a darle un pequeño beso y le coloqué la máscara que taparía sus ojos y la aislaría del mundo exterior. Una vez hecho esto, quité el freno de la rueda y la hice girar una vuelta entera sobre si misma de manera que la cabeza de Claudia descendió al nivel del piso y volvió a subir. Frené nuevamente el dispositivo y coloqué en una bandejita varios cubitos de hielo y un carámbano congelado similar a un dildo pero más pequeño, que extraje desde una pequeña heladera ubicada en un costado del salón. El silencio era tan denso que podía cortarse. Solamente se escuchaban mis pasos y los jadeos ansiosos de ella, que ...
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