1. El amor de mi esclava


    Fecha: 08/02/2019, Categorías: Grandes Series, Autor: charlygaucho, Fuente: CuentoRelatos

    ... postrero. Lo logré. Mi calentura era la mejor que había conseguido en mi existencia. Mi miembro hervía de sangre congestionada y su cabeza pugnada majestuosa por abandonar su encierro y encontrar en femenino agujero donde hallar cobijo y asilo, placer y goce…
    
    Dejando los prendedores colocados, tomé un látigo de uno de los anaqueles. Era un azote de nueve colas. Los extremos de cuero eran planos y no demasiado largos. Por ser la primera vez había elegido un flagelo simple, sin bolillas ni espinas. Observé su cuerpo. Estaba exhausta. Apoyé las bandas de cuero sobre uno de sus hombros y acercando mi boca a su oído susurré.
    
    - ¿Dónde querés sentir el beso del cuero? ¿Dónde querés que el látigo deje sus huellas?
    
    - Donde usted quiera mi señor. Soy su esclava y mi cuerpo le pertenece, amo. Usted es mi dueño, así que disponga.
    
    El temblor que se percibía en su voz evidenciaba el estado de tensión, ansiedad y temor que la embargaba. Sin embargo, su respuesta me conmovió, por su convicción y por la firmeza de su entrega. Comencé a pasear las cuerdas sobre su cuerpo recorriéndolo de arriba abajo, de frente, de espaldas y de perfil.
    
    - ¿La espalda, tal vez sea el lugar adecuado?... El culo creo que es un buen sitio para que te bautices con el látigo.
    
    Introduje el mango dentro de su zanja. Impulsando la duda acerca de mis intenciones, profundicé su angustia colocando el extremo del mango en la boca de su ano y presionando levemente, introduciendo la punta dentro de su ...
    ... conducto, luego seguí mi trayecto, acaricié sus muslos con los vergazos de cuero…
    
    - ¿Quizás las piernas?... ¿El vientre?... ¿La baja espalda, cerca de los riñones?... O ¿mejor la concha directamente?
    
    En ese momento rozaba su vulva con las cuerdas del látigo que iban de atrás a adelante friccionando la delicada entrada y haciendo que los broches colocados en su concha bailasen una enloquecida danza generadora de profundas ondas de dolor y de placer. Era evidente que era mayor el dolor que el placer.
    
    - Creo que el mejor sitio son las tetas. Me parece que en tetas y concha es donde más lo vas a disfrutar.
    
    Acaricié sus senos aprisionados por los broches. Estaba logrando que el temor sea su sensación preponderante. El cuerpo temblaba aunque ni un sonido salía de su boca. Mientras continuaba acariciando los pechos con el látigo por sobre un hombro, me coloqué detrás, levante mi mano y sacudí su culo con una rápida sucesión de golpes que descendieron sobre sus grupas haciendo que estas danzasen al ritmo del castigo impartido. Luego repetí los chirlos, pero en sentido ascendente impactando la unión de glúteos y muslos. Sabía que era una zona muy sensible y sus quejidos lo confirmaron.
    
    Retiré el látigo apoyándolo sobre la mesa. Me acerqué a ella.
    
    - ¿Cuero o madera?
    
    - Lo que mi amo quiera. Lo que le produzca más placer.
    
    Era evidente que había entendido el juego y lo estaba jugando con todas sus ganas demostrando su avidez por lograr la superación de la prueba. Su ...
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