1. El amor de mi esclava


    Fecha: 08/02/2019, Categorías: Grandes Series, Autor: charlygaucho, Fuente: CuentoRelatos

    ... entrega era conmovedora y logró enternecer hasta mi faceta sádica. Decidí suprimir las fases intermedias e ir directamente a la comprobación final.
    
    Solté el freno de la rueda y la puse a Claudia cabeza abajo. Me agaché y acercándome al oído susurré.
    
    - Ahora viene lo bueno. Vas a recibir entre 50 y 100 azotes en tu concha, para eso tenés las patas bien abiertas. Te aseguro que te vas a retorcer del suplicio y tus chillidos van a traspasar los muros. Te vas a arrepentir de haberme conocido y hasta de haber nacido…
    
    - Jamás me voy a arrepentir de haberte conocido. Te entregué mi vida y lo sigo haciendo. Si torturarme así te trae placer hacelo, estoy a tu disposición. Todo mi cuerpo te pertenece, usalo, abusalo, destrózalo… es todo tuyo… yo soy toda tuya…
    
    Coloqué el látigo sobre el borde de la mesa y junto a él puse la vara de bambú. Le saqué los broches de los labios de su concha y del clítoris. Tomé el azote y acaricié su sexo con las cuerdas de cuero. Lentamente hice circular los extremos entre sus labios. Apoyé la punta del mango sobre la vagina y presioné hacia abajo haciendo que ingresase un trecho en su conducto. Lo extraje y las lenguas apellejadas lamieron las caras internas de sus muslos. Lo levanté sobre mi hombro, apunté hacia la ingle derecha y lo bajé con toda la potencia de mi brazo. El impacto fue espeluznante. Su contorsión y su aullido lo testimoniaron. No esperé y lo descargué contra la otra ingle y luego toda mi energía corrió a lo largo de esos ...
    ... cueros cuando descendieron sobre su concha. El espectáculo fue pavoroso, mi pija endurecida al máximo luchaba por librarse de la prisión de mis calzoncillos y pantalones, mi erección era plena, mi ardor incontrolable, mi excitación me enceguecía.
    
    Me agaché y cariñosamente besé y lamí su castigado sexo. Fui hasta la mesa y agarré la vara de bambú. La posición en que ella estaba me brindaba la extraordinaria oportunidad de azotar el lado inferior de sus tetas. Me arrodillé junto a su flanco derecho. Quité los broches que aprisionaban sus pitones, a los que acaricié para que se reanudase la circulación. La crispación de su rostro fue un espectáculo. Mi pija erecta pegó un salto dentro de mi ropa. El quejido interminable comenzó a tomar fuerza en el fondo de su pecho y se incrementó hasta su expulsión por la boca. Sus tobillos y muñecas se pelaron por las contorsiones de sus brazos y piernas. Cuando se calmó, tomé el pezón izquierdo con los dedos de igual mano y estiré su teta hacia fuera. El lado inferior de la mama apareció pleno frente a mis ojos. Alcé la vara, estiré un poco más, apunté y el impactó del bambú lleno pleno y directo sobre la teta, la que, pese a estar agarrada de su pezón, se bamboleó, sobre ella se fue dibujando una línea primero rosada, luego roja y al final tornando a violácea. El grito fue acompañado por el sacudón de todo su cuerpo que se contorsionó tensionando al extremo las ataduras de sus extremidades. Ni una palabra surgió de su boca. Una vez que se ...
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