1. El amor de mi esclava


    Fecha: 08/02/2019, Categorías: Grandes Series, Autor: charlygaucho, Fuente: CuentoRelatos

    ... sometida. Su tubo comenzó a lubricarse y a eyectar jugos y flujo. Ella empezó a estremecerse, sus quejidos comenzaron a escucharse.
    
    - Disfrutá putona que te lo merecés…
    
    - Gracias.
    
    - Aprovechá que te estoy permitiendo gozar. No voy a ser tan generoso en el futuro. Una perra como vos solamente se merece sufrir, no gozar.
    
    - Seguime cogiendo… necesito acabar… tengo el cuerpo tensionado buscando el clímax… dejame llegar…
    
    - Gozá hoy que te puta, hoy que te dejo.
    
    - Sí… sí…
    
    - ¿La sentís?
    
    - Sí , me está taladrando mis entrañas.
    
    - Contame todo lo que sientas, pero lo quiero escuchar clarito…, estiré su pelo hasta el límite posible. Su queja atronó el ambiente, su mano derecha se dirigió a su cabeza tratando de mitigar el tormento capilar. Mi palma se estrelló contra su nalga… se repitió con la otra mano… en medio de la infernal cogida se incorporaron los azotes como un medio extraordinario de estimulación de mi libido desatada e incontrolable.
    
    - Que tu pija me está perforando la concha y taladrando las entrañas.
    
    - Me encanta oírte hablar con esas palabras y en ese tono de perra caliente bien cogida.
    
    La cogida llegaba a su punto culminante. La obturé sobre el fondo de su matriz, la revolví, la aprisioné entre mi cuerpo y el borde de la mesa. Volví a presionar, parecía querer que la cabeza saliese por el otro lado. Las quejidos y suspiros aumentaron. Comenzó a mover sus caderas en círculos empujando hacia atrás para aumentar la penetración. No ...
    ... había serruchada, era el encontronazo de dos fuerzas opuestas que empujaban en sentido contrario. La salida de mi esperma se confundió con las contracciones de su vagina y con un jadeo profundo e interminable.
    
    Impulsó sus manos hacia atrás y se las tomé con las mías, dejé caer mi tronco apoyando mi pecho sobre su espalda. Juntos reposamos victoriosos después del combate. Me erguí y lentamente la fui sacando de su cuerpo. Goteaba, la punta aún poseía restos de la inseminación producida. Observé ese culo rotundo que se me ofrecía franco, delicioso, apetecible. Dos nalgadas cayeron sobre sus globos.
    
    - Lavala.
    
    Se levantó, se arrodilló frente a mí, tomó la base con sus manos y comenzó a lamerla y a mamarla hasta que la totalidad de su superficie quedó limpia de leche, flujo y otras savias. Mientras lo hacía tomé el látigo que había dejado sobre la mesa y empecé a acariciar la tersa superficie de su culo con las lenguas del suplicio.
    
    - Abrí las patas bien abiertas, le exigí mientras el azote caía en medio de sus cachas, introduciéndose en el canal que las separa. Sabés bien que siempre tenés que tener las patas bien abiertas para que pueda llegar fácilmente a tus agujeros.
    
    La agarré del pelo y lo retorcí tirando hacia arriba hasta que sus ojos me miraron y sus labios quedaron fijos en la punta de mi poronga. Inicié una lluvia de azotes sobre su culo, con la clara intención de que las tiras de cuero se colaran entre sus piernas y castigasen su zanja, el ojete y, ...
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