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El amor de mi esclava
Fecha: 08/02/2019, Categorías: Grandes Series, Autor: charlygaucho, Fuente: CuentoRelatos
... pechos. La vara impactó de pleno en medio de las areolas, desarrollando su fuerza devastadora sobre los propios pezones. Las tetas se hundieron al medio. La vara llegó sobre sus costillas creando un surco artificial en medio de sus senos. El llanto desbordó sus ojos y corrió por sus mejillas. El grito paralizó el silencio. El cuerpo se estremeció convulsivamente. Los alaridos se repitieron, creciendo en fuerza y tono cuando tomé los dañados pezones entre mis dedos. La miré. Me miró. Sus ojos me desafiaron. No bajó la vista. Ella estaba decidida a seguir adelante con el reto lanzado. Miré las dos marcas que adornaban cada una de sus colinas cárneas. Volví a colocar la vara para apuntar, pero esta vez sobre la parte superior de sus tetas. Busqué justo el espacio intermedio entre el nacimiento y el pezón. La levanté y la bajé brusca y fuertemente. El impacto retumbó en toda la sala. Las masas se balancearon al son del impacto. La raya nació y creció en el punto exacto del azote. Las convulsiones casi arrancan los afustes de muñecas y tobillos y los alaridos se expandieron dentro de la sala derrumbando todo a su paso. Sin espera, alineé la vara y ésta partió vertiginosamente en busca de su objetivo. Por segunda vez golpeó sobre los pezones, acható las tetas y tocó la parrilla costal. La raya que se empezaba a dibujar era importante. El cuerpo parecía querer escaparse de su encierro, los gritos crecían y crecían y el llanto era imponente en su expresión del dolor. Volví a ...
... mirarla, nuestros ojos se cruzaron, el de ella sobre una boca fruncida y en medio de un ceño estremecido por el suplicio. Ella bajó los ojos. Aceptó su derrota. Supo que nunca iba a poder ganar. La suya era una batalla perdida de antemano. La besé. La desaté, de un manotazo corrí las cosas que había sobre la mesa, la coloque frente al tablero y tomándola del cuello hice que se quebrara hacia adelante apoyando su pecho sobre la plana superficie. Gritó al sentir el frío contacto apretando la superficie ardiente de sus tetas. Lloró. Lo ignoré y la empujé aún más. Me desnudé. Apoyé mi mano izquierda sobre su cintura sujetándola para que su cuerpo no se levantase, con la derecha tomé sus cabellos y jalé de ellos haciendo que su cabeza se elevase arqueando el cuerpo. Con mis rodillas la obligué a separar sus piernas, me coloqué entre ellas y apunté. Cualquier hoyo me venía bien así que me limité a empujar. Mi miembro se acomodó solo, abrió las puertas e ingresó sin permiso ni autorización invadiendo las entrañas que se le ofrecían. Estaba en la vagina. No me importó. Al contrario creí que era lo justo para reconocer la entrega extraordinaria que me había tenido por destinatario. Pensé que, por ahora, no era necesario humillarla más rompiéndole el culo, por lo que la dejé donde estaba y comencé a cogerla frenéticamente, impulsando la pija hasta el postrero fondo, acariciando con mi glande el cuello de su matriz. Ella también se conmovió por la violación a la que estaba siendo ...