1. 🔥 Sudor, Hormonas... y Marcos (2)


    Fecha: 27/09/2025, Categorías: Gays Autor: internauta, Fuente: TodoRelatos

    ... a entrenar aquí, vas a obedecer. Porque me da la gana.
    
    Dio un paso atrás y se bajó de golpe los pantalones de entrenamiento, quedándose solo en calzoncillos, un slip gris ajustado que marcaba un paquete gigantesco, pesado, que casi me dejó sin respiración.
    
    —¿Te molesta esto? —preguntó, moviendo la cadera para que le bailara la polla dentro del slip.
    
    —Tío, no seas cerdo —protesté, apartando la vista.
    
    —Míralo —ordenó.
    
    No pude evitar mirarlo. Sentí un pinchazo en la tripa, de puro morbo y terror.
    
    —Te encanta, ¿a que sí? —insistió él, subiendo la voz.
    
    —¡No! —grité.
    
    Diego soltó una carcajada oscura.
    
    —Te encanta —repitió—. Y lo vas a oler.
    
    Se acercó todavía más, pegándome su entrepierna en la cara. Yo me retorcí, intenté apartarme, pero me sujetó la nuca con fuerza.
    
    —Huele, maricón. Si no, lárgate de este puto gimnasio.
    
    Me quedé paralizado. Mi respiración se volvió loca, me sudaban las manos, y al final, sin casi darme cuenta, aspiré un poco el olor que salía de su paquete sudado. Era fuerte.
    
    —Ahí está —dijo, con una risa cruel—. Así me gusta. Un puto sumiso de armario.
    
    —Eres un cabrón —le escupí, con la voz temblando.
    
    Me soltó el cuello, satisfecho.
    
    —Y tú eres un maricón. Uno de los que ni se atreven a decirlo en voz alta. Y por eso me hace gracia humillarte —me miró de arriba abajo, con asco y placer a la vez—.
    
    Volvió a subirse el pantalón con parsimonia.
    
    —Te quiero aquí mañana a la misma hora. ¿Me entiendes? —¿Y si no ...
    ... vengo? —le desafié, aún con la respiración cortada. —Entonces no vuelvas nunca más —soltó—. Porque si pisas este gimnasio, entrenas bajo mis normas.
    
    Se me quedó mirando, retador. Yo le sostuve la mirada unos segundos, tragando saliva.
    
    —Mañana vendré —dije al final, con un nudo en el estómago.
    
    Diego sonrió, y me dio una palmadita en la mejilla como a un crío.
    
    —Así me gusta. Ahora fuera.
    
    Salí de esa sala con las piernas de gelatina, el corazón disparado, y la polla medio dura aunque no quisiera admitirlo. Sentía rabia, asco, vergüenza… pero también algo más. Algo que me hacía volver.
    
    Al llegar a casa, mi compañero de piso, Alex, me miró desde el sofá, con el portátil abierto.
    
    —¿Qué tal en el gym? —preguntó sin apartar la vista de la pantalla.
    
    —Bien —respondí, dejando la mochila en el suelo—. Nada, entreno duro, ya sabes.
    
    —¿No se meten contigo esos gorilas? —Bah, alguna broma tonta, pero nada —mentí.
    
    No le conté la escena. No le conté cómo Diego me había obligado a olerle el paquete, ni las cosas que me había dicho. Eso me lo guardé para mí. Porque, aunque me costara admitirlo, una parte de mí estaba deseando volver a vivirlo.
    
    Al día siguiente.
    
    Me tiemblan un poco las manos mientras abro la puerta del vestuario. Vengo de reventarme en el entrenamiento, intentando no pensar en toda la movida de la última vez con Diego, cuando me hizo olerle el paquete. Aun así, no me saco esa imagen de la cabeza. Ni la voz rota de Diego diciéndome“tú eres maricón, ...
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