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El día que Paulina rompió su silencio
Fecha: 18/10/2025, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Fernando, Fuente: TodoRelatos
Nunca pensé que llegar antes a casa terminaría en esto. Las llaves apenas sonaron cuando empujé la puerta y escuché un suspiro, algo húmedo en el aire. No llamé. No avisé. Entré directo. Y ahí estabas tú, Paulina. En la casa donde trabajas. En mi casa. Con las piernas abiertas sobre nuestra mesa. Jugando con tus dedos, con la tanga colgando del tobillo, con los ojos cerrados y los labios mordidos. No sabías que te estaba mirando. Y lo peor… o lo mejor… es que no pude apartar la vista. La puerta está apenas entreabierta. No toco. No aviso. Entro. Estás ahí, sobre la mesa del comedor. Esa donde ya te has corrido antes. Pero esta vez, no estás sola. Tienes las piernas abiertas. La falda arrugada a la altura de la cintura. Sin tanga, como siempre. Tus pezones están duros, tu pecho se agita, y tus dedos ya están brillando, húmedos, chorreando. Llego sin aviso, cierro la puerta con cuidado y sin decir nada te tapo la boca con una mano firme. Miro a unos ojos que me devuelven la mirada con terror, y susurro: — No tienes idea de lo que acabas de despertar... Mientras la otra mano se desliza hasta la tuya, apartándola lentamente de tu clítoris, para empezar a frotar con calma y con hambre. Agarro esa tanga colgando del tobillo y la meto a tu boca, para que no digas nada y solo disfrutes. Mis dedos se deslizan con lentitud, dibujando círculos sobre tu piel sensible, sintiendo cómo tu cuerpo responde, cómo se estremece bajo mi tacto. Tomo una ...
... silla y la coloco frente a ti. Me siento, como si fuera a cenar frente al plato más sucio del mundo. Tus piernas tiemblan un poco. — Abre más. Lo haces. Mientras comienzo a besar tu entrepierna, tus labios se abren, dejando salir un gemido lento y profundo. Te meto un dedo. Después dos. Gimes fuerte. Yo no me muevo. Solo observo cómo te tiemblan los muslos. Me excita verte así, tan rendida, tan puta… y tan mía. Saco mis dedos lentamente, los llevo a mis labios, los humedezco con un poco de saliva y luego te los vuelvo a meter, esta vez más profundo, jugando con cada rincón que sé que te vuelve loca. Tu respiración se acelera. Tus manos buscan mi cabello, tiran un poco, piden más. Pero yo me detengo un momento, solo para mirarte bien a los ojos y disfrutar la mezcla de deseo y sumisión que hay en ellos. — ¿Quieres más? — te pregunto, dejando mi voz rasposa. Un gemido profundo escapa de tus labios, seguido de un jadeo. — Sí... más... no pares... Mis dedos no se detienen, se mueven con más seguridad, con más hambre. El sonido húmedo de tu piel rozando contra mi mano se mezcla con tus gemidos cada vez más altos. — Ah... ah... sigue así... — murmuras, la voz entrecortada. Me acerco a tu oído y susurro: — ¿Quieres que te haga gritar? Tus ojos se abren más, llenos de fuego, y solo logras responder con un gemido ahogado. — Dame más... — me imploras. Yo sonrío, disfrutando cómo me pides, cómo me necesitas. Los gemidos se ...